Qué es la inulina de agave y para qué sirve
La ingesta de fibra prebiótica, como es la inulina de agave, es muy importante, ya que favorece la proliferación de la microbiota intestinal benéfica. Esto colabora en la salud gastrointestinal y cardíaca, previene y controla la diabetes tipo 2, la osteoporosis y el cáncer de colon, además de mejorar la inmunidad y la salud en general.
¿Qué es la inulina de agave?
La inulina es el nombre de una familia de azúcares complejos (polisacáridos) compuesta de fructosa, por lo tanto, es un fructosano o fructano.
Una vez ingerida, la inulina libera fructosa durante el proceso digestivo, aunque en pequeña proporción, puesto que el organismo humano carece de enzimas específicas para hidrolizarla o descomponerla, por lo que no puede ser absorbida.
El agave es un género de planta que se originó en regiones áridas. Hoy se encuentra en el norte de México, el sur de los Estados Unidos y Colombia, entre otros lugares. Se estima que el género empezó a diversificarse hace 12 millones de años, por lo cual ha logrado una enorme cantidad de especies, superando las 300.
Por lo tanto, la inulina de agave es un tipo de fibra prebiótica soluble, de la cual podemos beneficiarnos ampliamente.
La inulina se encuentra en las raíces, tubérculos y rizomas de ciertas plantas como achicoria, bardana, yacón y diente de león.
Además, se puede encontrar en una variedad de vegetales como cebolla, alcachofas, puerro, cebada y centeno. Comercialmente, podemos adquirir inulina de chicoria y de agave.
¿Qué beneficios tiene la inulina?
Ayuda en el control del peso y en la reducción del riesgo de padecer diabetes. En las personas con obesidad, el consumo de inulina de agave favorece la pérdida de peso al generar un efecto de saciedad.
A la vez, disminuye el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, mientras que, en pacientes diabéticos, su consumo puede favorecer el control de la glucemia.
Favorece la salud cardiovascular
Se ha demostrado en varios estudios que el consumo de fibras solubles, como la inulina de agave, contribuye en la reducción del colesterol total, colesterol LDL y triglicéridos, lo que favorece la salud cardiovascular al disminuir la formación de ateromas y la correspondiente obstrucción de arterias.
Previene la osteoporosis
El consumo de fibras prebióticas puede ayudar a prevenir la osteoporosis o impedir que siga avanzado una vez instaurada, debido a que facilita la absorción del calcio.
Mejora la capacidad del sistema inmune
La inulina puede aumentar la actividad inmunológica y ayudar a combatir el desarrollo de diversas enfermedades.
Favorece la salud gastrointestinal
La fibra proporcionada por la inulina de agave ayuda a combatir el estreñimiento y, además, estimula la proliferación de una microbiota intestinal benéfica que permite combatir a los microorganismos patógenos que se encuentran en el colon. De esta manera, disminuye la ocurrencia de infecciones y problemas digestivos.
Reduce el riesgo de padecer cáncer de colon
Dentro de los factores relacionados con el desarrollo del cáncer de color se encuentran los malos hábitos alimenticios, pues con ellos se generan sustancias con actividad carcinogénica.
Las dietas donde se incluyen cantidades adecuadas de fibras solubles, como las inulinas, estimulan el crecimiento de organismos probióticos, que se ha demostrado que ayudan a reducir el riesgo de cáncer de colon.
Inulina de agave y microbiota intestinal
Los microorganismos de la microbiota intestinal se encuentran distribuidos en todo nuestro sistema digestivo, pero se concentran mayoritariamente en el colon.
Para que estas poblaciones se mantengan saludables, debemos ingerir ciertos alimentos, especialmente las fibras solubles, que son conocidas como prebióticos, porque inducen el crecimiento de microorganismos benéficos.
Nuestras enzimas digestivas no pueden metabolizar los prebióticos, por lo que llegan al colon casi intactos, donde alimentan la microbiota intestinal, que los metaboliza en ácidos grasos de cadena corta. Estas sustancias cambian el pH del medio, que ejerce un efecto muy importante, ya que mejora significativamente la absorción de calcio, hierro y magnesio.
Además, los ácidos grasos disminuyen las poblaciones de microorganismos patógenos y evitan que se adhieran a nuestro intestino y causen infecciones.
La fibra contribuye a disminuir la inflamación, a prevenir el estreñimiento y aumenta la sensación de saciedad del estómago.
Los científicos han encontrado diferentes microbiotas intestinales en personas sanas, en comparación con pacientes con obesidad, diabéticos, con artritis, autismo, depresión, síndrome del intestino irritable, enfermedad de Crohn, párkinson y Alzheimer, entre otras.
Si bien el consumo de prebióticos no cura estas enfermedades, puede ayudar a una mejor calidad de vida.
Con información de Aula Médica y Chic Magazine.