La paradoja de la obesidad: factor de riesgo que mejora la respuesta ante los medicamentos contra el cáncer
La obesidad se encuentra en los primeros lugares como factor de riesgo para desarrollar cáncer. Sin embargo, un estudio de la University of California ha reportado que los pacientes con obesidad y sobrepeso responder mejor a los fármacos que ayudan al sistema inmunológico a luchar contra el cáncer.
De acuerdo con los investigadores participantes, una posible explicación es que la obesidad despierta al sistema inmune; además de estimular las mismas moléculas objetivo de los medicamentos.
Según los oncólogos, los fármacos trabajan para activar los inhibidores principales; en el caso del cáncer se trata de una proteína de la superficie de las células T: la PD-1.
El cuerpo naturalmente desencadena la proteína PD-1 como respuesta inmune; no obstante, se ha detectado que los tumores también puede provocar esa reacción para protegerse a sí mismos.
Si esa situación pudiera detenerse, entonces las células T atacarían a las células cancerígenas. De hecho, se ha observado que los inhibidores PD-1 desvanecen tumores intratables por años; esto en casos de melanoma, cáncer de pulmón y otros tipos de esta enfermedad.
Los científicos de la University of California, tras confirmar que los tumores crecen más rápido en ratones obesos, se ha dedicado a estudiar las células T en roedores con obesidad, monos y humanos.
En sus investigaciones, los especialistas hallaron que las células se encontraban “exhaustas”. En otras palabras, eran lentas en su proliferación; asimismo, dejaban de secretar proteínas que estimulan a otras partes que ayudan al sistema inmune. Además, tenían un promedio mayor de PD-1; lo cual significa que las células cancerosas podrían ser suprimidas con mayor facilidad y evitar su crecimiento.
Leptin, una hormona creada por las células grasas, es uno de los factores para el exceso de PD-1.
El sobrepeso en animales y las personas produce altos niveles de Leptin. Esta hormona, en niveles normales, le indica al cuerpo que ha comido suficiente; pero, también afecta al sistema inmune. Los responsables de la investigación sospechan que desencadena una serie de patrones que incrementan PD-1 en las células T.
Ahora bien, el exceso de PD-1 también ha arrojado beneficios en los ratones obesos. Las células T responden a mayor cantidad de PD-1.
Cuando el medicamento evita que las células cancerosas se protejan, las células T entran en acción; así, alimentadas por la glucosa y otros nutrientes de los tejidos en animales con sobrepeso, muestran un mejor funcionamiento para frenar los tumores.
Así, los beneficios de la obesidad han resultado inesperados para casos de cáncer. Estudios reportan que el 49% de los casos de cáncer se atribuyen a la obesidad y a mecanismos como la sobreproducción de hormonas, adipokines e insulina. Según la Universidad de Harvard, las células inmunes citotóxicas incluyen un destructor natural de tumores; éste encuentra y elimina células anormales.
Respecto a la obesidad, ese destructor induce a la activación de un receptor que provoca la acumulación de lípidos en células NK, causando una parálisis del metabolismo celular y su tráfico. Esto significa que la obesidad afecta la vigilancia inmunológica y sugiere una reprogramación metabólica de células NK; lo cual mejora las acciones del cuerpo contra el cáncer en casos de obesidad.
Un estudio similar con melanoma fue publicado en la revista The Lancet Oncology. Los resultados arrojaron que las personas con sobrepeso tienen un promedio de vida mayor —casi del doble— en comparación con las personas que se encontraban en su peso normal.
Por supuesto, estas conclusiones no quieren decir que las personas con cáncer deban aumentar su peso para responder mejor a los tratamientos farmacológicos; sino que, al entender cómo funciona las células grasas y la obesidad con el cáncer, se podrán encontrar nuevas alternativas de terapias que sean más efectivas para este tipo de padecimiento.
Como siguiente paso, el equipo de la Universidad de California planea explorar cómo responden los ratones con un peso normal y cáncer a una dieta alta en grasas; el propósito será replicar algunos de los efectos de la obesidad en los inhibidores PD-1.