Los efectos de los videojuegos sobre el cerebro
Desde que Young presentó en 1998 el concepto de adicción al internet– caracterizándolo como un trastorno que mostraba una pauta de uso anómalo de la red , con tiempos de conexión anormalmente elevado, aislamiento y desconexión del entorno, sumado a una desatención a las obligaciones de índole social, laboral y académica- las adicciones a las actividades relacionadas con Internet han llegado a convertirse en un problema de proporciones para la salud mental, especialmente entre los jóvenes.
Esta práctica tan extendida ha pasado de un entretenimiento popular a un problema de índole conductual: el trastorno de juego en Internet (IGD), que ha concitado un amplio interés y ha sido objeto de numerosos estudios científicos, mientras las ventas de videojuegos siguen en aumento año tras año: en 2015 fueron 23,200 millones de juegos que vendió esta prolífica industria, mientras que en el 2016 ascendió a más de 24,500 millones de juegos.
Entre ellos, los géneros más atractivos se concentran en la acción y aventura, que cosechan los mayores porcentajes de ventas, con juegos como Call of Duty, Grand Theft Auto o Battlefield.
Esta prolongada permanencia frente a las pantallas de videojuegos es motivo de preocupación para los padres de los grupos etarios más jóvenes, que dudan en cuanto a que tengan una influencia positiva en la vida de sus hijos.
¿Qué dice la comunidad científica?
Un equipo de investigadores de la Universidad Oberta de Cataluña (España) y del Hospital General de Massachusetts de Boston (E.E.U.U.), realizó un análisis sistemático de 116 estudios científicos para evaluar la influencia de los videojuegos a nivel cerebral y en nuestro comportamiento, hallazgos que recoge la revista Frontiers in Human Neuroscience del 2018. Los resultados indicaron que jugar videojuegos modifica el funcionamiento y la estructura cerebral.
Recientes estudios de neuroimagen han investigado alteraciones funcionales y estructurales en el cerebro en casos de IGD, muestran un incremento en el deseo de jugar, así como una actividad cerebral alterada en varias regiones, como la corteza cingulada anterior y el hipocampo.
Estos estudios han sido realizados a través de métodos de análisis morfométrico del cerebro, como son las mediciones de materia gris (GM) basadas en el volumen e investigaciones imagenológicas, han revelado variadas anormalidades estructurales en el cerebro de adolescentes con IGD, para las que reportaron volúmenes de GM reducidos en varias zonas de la corteza cerebral.
En cuanto la anatomía cerebral, los estudios han demostrado cambios en determinadas respuestas y zonas específicas del cerebro, como son el hipocampo, que es la parte del cerebro responsable de formar, organizar y almacenar recuerdos (memoria episódica) y conectarlos con los sentidos y las emociones; además de ayudar a orientarse (memoria espacial).
Existe otra parte importante del cerebro llamada cuerpo estriado que tiene un área conocida como el núcleo caudado, poseedora de una doble función: sirve como un “piloto automático” y sistema de recompensa, por el otro, pues nos lleva de la casa al trabajo o nos dice cuándo es hora de comer, beber y tener relaciones sexuales, entre otras.
Se ha demostrado que el juego estimula esta parte del cerebro, que es usada por un 85% de los jugadores. El problema es que, cuanto más se utiliza el núcleo caudado, menos se usa el hipocampo, por lo que acaba perdiendo células y se atrofia, según concluye otra investigación.
No todos los juegos son iguales
Un estudio reciente, publicado en Molecular Psychiatry, indicaba que en muchos casos, los juegos pueden suponer más perjuicios que beneficios, pues los datos muestran que si bien la práctica de los videojuegos favorece a ciertos sistemas cognitivos en el cerebro- principalmente aquellos involucrados con la atención visual y la memoria a corto plazo, también han encontrado evidencia de un impacto negativo en el hipocampo de los jugadores habituales de juegos de acción, en los que se ha visto que tienen menos materia gris en su hipocampo, hecho que se ha asociado a presentar un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cerebrales, desde la depresión al Alzheimer.
Los investigadores indican que habría una diferencia observable entre la estructura cerebral de las personas que juegan videojuegos con asiduidad y las que no, ya que aumentarían el volumen del cerebro en áreas que controlan la motricidad fina, la formación de recuerdos y la planificación estratégica. Además, los videojuegos podrían tener un uso terapéutico en una variedad de trastornos cerebrales resultantes de una lesión cerebral.
La resonancia magnética (RMN) y los estudios de resonancia magnética funcional evidencian que la interconectividad y el circuito de la red neuronal se pueden optimizar con los videojuegos, donde incluso, algunas de estas estructuras muestran un incremento en su tamaño en los jugadores adultos, una población que en teoría tiene menor neuroplasticidad, según un estudio de mayo de este año.
Muchas investigaciones sugieren que existe asociación entre jugar ciertos videojuegos y la mejoría en ciertas habilidades, como la toma de decisiones y la flexibilidad cognitiva.
Según otros estudios, realizados con practicantes habituales de videojuegos, se ha observado que aquellos juegos que exigen la aplicación de estrategias espaciales mostraron aumentos en la materia gris del hipocampo de los participantes.
Una investigación llevada a cabo por científicos del Instituto Max Planck ha revelado que los juegos de estrategia en tiempo real- como Super Mario 64- puede incrementar la materia gris del cerebro, específicamente en la materia gris del hipocampo derecho, la corteza prefrontal derecha y el cerebelo, que se traduce en mejoras de la función cognitiva en regiones específicas. Además, se ha observado que estos jugadores requieren habilidades cognitivas como planificación previa y atención a los detalles, necesarios para completar el nivel, por lo que se ha visto que la exposición a largo plazo a estos juegos relacionaron con un aumento de la materia gris en la corteza prefrontal derecha, que es la parte del cerebro donde precisamente ocurre la planificación, la toma de decisiones y el comportamiento social.
En relación a la prácticas de este tipo de juegos, se descubrió que las personas que los jugaban durante varios años presentaban una mayor neuroplasticidad y neurogénesis, procesos que se asocian con la promoción de una mayor conciencia e inteligencia.
En contraste, estudios actuales con jugadores de videojuegos de acción han visto reducida la materia gris dentro del hipocampo en los participantes que utilizan estrategias de memoria no espacial. Por el contrario, aquellos que usan estrategias espaciales dependientes del hipocampo, mostraron un aumento de la materia gris en dicha región después del entrenamiento.
Dados estos hallazgos, muchos investigadores coinciden en el hecho que muchos videojuegos requerirán ser rediseñados y definir su público blanco- en cuanto a edad, objetivo a lograr en cuanto a rehabilitación de ciertas patologías neurológicas, etc.- a fin de aprovechar su potencial utilidad y limitar los eventuales daños que pueden ocasionar, en especial entre la población más vulnerable.