Después de 2 años, los bebés del Zika presentan retraso en su desarrollo físico y cognitivo
Los bebés que nacieron con daños cerebrales causados por el virus del zika necesitarán cuidados toda su vida, pues su desarrollo no podrá ser normal como el de otros niños.
Un estudio publicado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) analizó a 15 menores que nacieron con microcefalia, la principal afectación del virus a las mujeres embarazadas.
Los estudios revelaron que los niños de 22 meses de edad tienen el desarrollo cognitivo y físico de un bebé de menos de seis meses: no pueden sentarse, masticar la comida y carecen de lenguaje para comunicarse, lo más que logran hacer son algunos balbuceos sin sentido.
“Quizá los niños balbuceaban, pero no hacían ni siquiera el tipo de sonidos consonánticos de ‘mamá, baba, dada”, dice Georgina Peacock, autora del estudio y directora de la división de Discapacidad y Desarrollo Humano en el Centro Nacional de Defectos Congénitos y Discapacidades del Desarrollo de los CDC.
El estudio, que se realizó en conjunto con el Ministerio de Salud de Brasil y otras organizaciones, se realizó en Paraiba, la región brasileña que se convirtió en el epicentro de la crisis del Zika. Al principio se estudiaron a 278 nacidos entre octubre de 2015 y enero de 2016 en esta región, y al final solo 122 familias aceptaron continuar en la segunda etapa del estudio, donde se revisaron los casos más graves.
Cuatro de los 19 niños evaluados tenían muy pocos síntomas o dificultades en su desarrollo, por lo que los investigadores determinaron que se habían clasificado de manera incorrecta como bebés del zika.
Sin embargo, los 15 restantes —ocho niñas y siete varones— tenían varios síntomas sin que mejoraran desde que eran lactantes. Sus habilidades motoras eran deficientes y todos, excepto uno, presentaban parálisis cerebral.
La mayoría tenía convulsiones y problemas para dormir; ocho de ellos fueron hospitalizados por bronquitis o neumonía; y nueve tenían dificultades para comer o tragar, lo que ponía en riesgo sus vidas, pues la comida puede atorarse en los pulmones o los menores pueden desarrollar anemia.
Los niños también tienen problemas de vista y oído, que les limitan su capacidad de aprendizaje y desarrollo.
“Los niños no volteaban con el sonido de una sonaja o no podían seguir un objeto, lo que los niños usualmente pueden hacer a las seis u ocho semanas de nacidos. Lo que sospechamos es que, puesto que han experimentado tanto daño cerebral, la conexión entre un objeto que se les presenta y la transmisión a la parte posterior del cerebro no está ocurriendo, así que eso es una disfunción cognitiva importante”, explica Peacock.
Situación que se repite
De acuerdo con las cifras del gobierno de Brasil, tres mil bebés nacieron con microcefalia a causa del zika y los investigadores creen que cientos de niños podrían tener los mismos problemas que los 15 niños del estudio.
“Es descorazonador. Nuestra expectativa es que estos niños requerirán enormes cantidades de trabajo y de cuidado”, dijo al New York Times la doctora Brenda Fitzgerald, directora de los CDC.
Los médicos que no participaron en el estudio aseguran que los resultados concuerdan con lo que ellos han visto en la atención a otros niños.
Camila Ventura, jefa de investigación clínica en la Fundación Altino Ventura, proporciona terapia física, atención a la visión y otros servicios a los 285 bebés con síntomas resultantes del Zika de los que hay registro en el estado de Pernambuco.
En un estudio piloto con 40 niños, se encontró que estos no balbucean ni hacen ruidos de lenguaje, muchos no pueden tragar ni siquiera leche y necesitan sondas gástricas para alimentarse. Sólo dos son capaces de caminar, los demás tienen problemas hasta para sostener la cabeza.
Bajan casos, pero el problema persiste
El número de bebés con complicaciones ocasionadas por el Zika viene disminuyendo, desde que la gente se ha vuelto inmune a la enfermedad y después de que las mujeres embarazadas tomaran precauciones para evitar el contagio.
A pesar de ello, todavía un 3% de mil embarazadas se contagió del virus, dijo Ernesto Marques, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Pittsburg y la Fundación Oswaldo Cruz al hacer un muestreo en Recife.
“El problema no está desapareciendo. Aún tenemos casos”, asegura el médico.
Y el problema más grande para atender a estos bebés es la pobreza en la que viven sus familias, pues únicamente cuentan con el sistema de salud público para su cuidado y requieren distintos especialistas. Los niños necesitan terapias para la vista y anteojos especiales, así como inyecciones de botox, que les permiten relajar los músculos rígidos.
La buena noticia es que muchos de los niños ya superaron las etapas de llanto intenso e irritabilidad, ahora se calman solos o con ayuda de sus madres. Pero la terapia física y ocupacional solo ayudará a que los niños estén más calmados, más no tendrán un impacto real en su desarrollo, explica Fitzgerald.
Los funcionarios de los CDC están dispuestos a monitorear a los bebés del zika para entender las dificultades en su desarrollo, e incluir a aquellos que parecen normales o tienen afectaciones leves para poder comparar los grados de afectación.
“Debemos seguir trabajando en este asunto e intentar descubrir qué está pasando con estos bebés”, añade Fitzgerald.
Con información del New York Times.