¿Desayunar realmente ayuda a perder peso?

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La obesidad es considerada como la forma de desnutrición con mayor prevalencia en el mundo. Asimismo, se ha convertido en uno de los más grandes problemas de salud pública a nivel mundial.

Este aumento de peso se asocia con el riesgo de padecer otras enfermedades crónicas como: desórdenes cardiovasculares, diabetes y osteoartritis.

Dicha situación ha llevado a médicos, científicos y autoridades a crear estrategias de prevención y manejo de la obesidad. De igual manera, el interés de las personas por este tema ha crecido, tanto que hay quienes intentan diversos dietas para reducir ese mal.

El desayuno y la pérdida de peso

Por mucho tiempo, se ha dicho que una forma de perder peso es comer un desayuno sustancioso. Esto sucede bajo la idea de que, así, no habrá sobrecompensación de energía más tarde durante el día; es decir, no será necesario comer “de más” después.

Hay quienes también postulan que las propiedades saciantes de los alimentos a lo largo del día disminuyen; por lo tanto, comer más temprano, promueve una mayor saciedad. Sin embargo, este tipo de hallazgos sólo están basados en estudios observacionales.

Una nueva investigación dio a conocer que, hasta ahora, no hay evidencia que apoye la idea de que desayunar es una estrategia adecuada para la pérdida de peso; tampoco sobre los efectos perjudiciales de saltarse esa comida.

El análisis, a cargo de investigadores de la Monash University en Melbourne, Australia, se basó en 13 pruebas de control de los últimos 28 años —1990 a 2018, la mayoría de Estados Unidos y Reino Unido—.

Siete de ellas examinaban los efectos de desayunar; las otras 10, en los efectos del consumo de calorías.

Entre las fuentes de información utilizadas destacan: PubMed; Ovid Medline; CINAHL; ClinicalTrials.gov; y la plataforma de registro de ensayos clínicos internacionales de la OMS.

Las conclusiones desmientieron dos mitos:

  • No hay evidencia que sugiera que el desayuno ayuda a perder peso debido a la quema eficiente de calorías; ni que funcione como prevención ante la necesidad de comer en exceso más tarde en el día.
  • Tampoco hay relación entre saltarse el desayuno y estar más hambriento durante el resto de la jornada.

De acuerdo con los especialistas, los participantes eran comedores habituales y no habituales del desayuno; además, tenían pesos distintos.

De hecho, descubrieron que la ingesta total de energía era mayor en la personas que desayunaban; y, contrario a la creencia popular, las personas que se saltaban el desayuno eran 0.44 kilogramos más livianos.

A pesar de ello, el equipo aclaró que estos resultados no son determinantes; pues todos tuvieron al menos un sesgo.

En otras palabras, advierten sobre la necesidad de ser cuidadosos en la interpretación de cada dato obtenido; dado que la información recopilada no respalda las dietas para adultos en los que el desayuno es la principal comida del día.

Lo anterior no quiere decir que el desayuno sea perjudicial; sino que se debe tener precaución al recomendarlo como una dieta para perder peso.

De forma adicional, señalaron que hay consideraciones a tomar en cuenta como: el tipo de comida consumida; los estilos de vida individuales, y la elección de alimentos; ya que todos estos elementos cuentan en el manejo del peso.

Para la examinación, los expertos se basaron en metanálisis de efectos aleatorios; el método de momentos DerSimonian y Laird para estimar la variación entre estudios; y calcularon los intervalos de confianza mediante el método Wald.

De manera adicional, los autores midieron la inconsistencia estadística y generaron gráficos. La investigación fue publicada en la revista The BMJ.