¿Cómo evaluar mejor la función tiroidea?

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Al evaluar la función de la tiroides, particularmente en lo que se refiere a los niveles de tiroxina libre (T4L), se muestran asociaciones más significativas con varias condiciones clínicas que con la medida estándar de TSH, según un nuevo estudio. Pero faltan más datos para decidir si es mejor la medición de T4L que de TSH para evaluar la función tiroidea.

Desde hace tiempo que la evaluación de la función tiroidea se basa en los niveles de la hormona considerada de control: hormona tiroestimulante o TSH. A la medición de la TSH se suman las pruebas sanguíneas, como los niveles de la tiroxina (T4), triyodotironina (T3) y T4 libre (T4L). Estas son de gran sensibilidad y se emplean ampliamente.

T4L, TSH y patologías

Un metanálisis realizado por Stephen P. Fitzgerald, del Royal Adelaide Hospital, Australia, y sus colegas, incluyó una búsqueda en PubMed/Medline de estudios realizados hasta octubre de 2019. Pudieron identificar 58 artículos que describen T4L, TSH, TT3/3L, y un total de 1880 asociaciones, cuyos hallazgos fueron publicados en Thyroid.

El equipo examinó las asociaciones entre los niveles de hormonas tiroideas y TSH, obtenidas simultáneamente en los mismos individuos, considerando los parámetros clínicos. 

Analizaron los resultados, considerando las patologías de los pacientes. Estas incluían fibrilación auricular, otros parámetros cardíacos, osteoporosis y fractura, cáncer, demencia, mortalidad, características del síndrome metabólico y resultados del embarazo. También se evaluó la calidad de los estudios.

El objetivo del estudio era evaluar si la T4L, TT3/T3L proporcionaba una mejor guía en cuanto a los parámetros clínicos asociados con el estado tiroideo.

Mayores asociaciones

Dentro de estas 1880 asociaciones, los niveles de T4L se relacionaron significativamente con condiciones clínicas en el 50 % de los análisis. Por su parte, los niveles de TT3/T3L y de TSH se asociaron con dichos parámetros en el 53 % y en el 23 % de los análisis, respectivamente.

Aunque las asociaciones con T4L, TT3/T3L y los cuadros clínicos eran similares, ambos se vincularon más significativamente, en comparación con la TSH.

Un análisis estadístico más detallado evidenció que TT3/T3L no se vinculaba tan sólidamente con los parámetros clínicos como T4L. Por lo tanto, a pesar del papel destacado de la TSH en la evaluación del estado de la tiroides, ninguno de los estudios analizados demostró que este sea un indicador más determinante en los parámetros clínicos que T4L o TT3/T3L.

Fitzgerald, en base a su trabajo anterior sobre fisiología de la tiroides, manifestó: «Nos habría sorprendido descubrir que la TSH está más asociada con parámetros clínicos que la T4L, a pesar de que la práctica actual basa la evaluación de la tiroides en los niveles de TSH».

En definitiva, «no encontramos ninguna indicación o referencia a trabajos que sugieran que los niveles de TSH indican constantemente el estado tiroideo de un órgano o tejido mejor que los niveles de hormona tiroidea».

«Sospechamos que la práctica actual podría mejorarse», dijo Fitzgerald, y agregó: «La reconsideración del enfoque diagnóstico basado en TSH para la función tiroidea parece estar indicada».

Se requiere más estudio

Igualmente, hay que tener presente que existe una gran cantidad de factores adicionales asociados con las condiciones clínicas que se observaron, advirtió Angela M. Leung, profesora de la universidad de California, Los Ángeles. «Es importante considerar que las etiologías de estas diversas condiciones clínicas, incluida la fibrilación auricular, la osteoporosis y las fracturas, son multifactoriales, y el estado de la tiroides es solo uno de los muchos parámetros que afectan a estas condiciones».

Sin embargo, validó el uso de la TSH durante largo tiempo como medida estándar para la evaluación de la tiroides. Esto se debe a su confiabilidad y a su sensibilidad como indicador de los niveles de hormona tiroidea. Como explica: «Dado que pequeñas fluctuaciones en T4 y T3 se reflejarían en cambios exponenciales mucho más grandes en TSH, se cree que la TSH es un marcador más preciso y una señal más temprana de posibles anomalías en el estado de la tiroides».

Cautela ante el cambio

Por su parte, Maria Papaleontiou, profesora asistente de la División de Metabolismo, Endocrinología y Diabetes de la universidad de Michigan, Ann Arbor, expresó cautela antes de realizar cambios en las pautas de evaluación: «Creo que se necesita más investigación para comprender mejor cómo los niveles activos de la hormona tiroidea se correlacionan con los resultados clínicos adversos antes de reconsiderar el status quo».

«Un resultado de la prueba es tan bueno como la prueba y, a pesar de las dificultades, los ensayos de TSH tienen la menor variación en el rendimiento del ensayo. Por lo tanto, se consideran más precisos», agregó la especialista. «Además, la TSH es extremadamente sensible a los cambios sutiles de la hormona tiroidea», agregó.

Aunque sus hallazgos son interesantes, Fitzgerald y su equipo sostienen que incluso en el manejo de hiper o hipotiroidismo, su evidencia sugiere que «no existe una razón aparente a priori por la cual los niveles de TSH deberían preferirse a los niveles de hormona tiroidea en el contexto del monitoreo de los tratamientos de tiroides». Pero, también, aseguran que se requiere más investigación antes de considerar un cambio en las evaluaciones de función tiroidea.