Gripe: la corta duración de la vacuna
Un equipo de investigadores estudió un tipo de células B de la médula ósea, que sintetiza anticuerpos durante un período de tiempo tras administrarse una inmunización. En el caso de la gripe, la corta duración de su vacuna coincidió con la respuesta de estas células. Además, los científicos apoyan la reincorporación del uso de los adyuvantes para incrementar su eficacia.
Si bien la inmunización anual contra ciertas enfermedades salva vidas y evita complicaciones graves, en el caso de la gripe, su breve protección y variable eficacia son limitantes importantes para considerar.
La vacuna contra la gripe
Si hablamos de las mejores vacunas, como las del sarampión, la rubeola y la difteria, brindan casi el 100 % de protección de por vida.
En cambio, las vacunas desarrolladas contra la gripe o influenza, a menudo, no brindan muy buena protección, debido a que los virus causantes mutan rápidamente.
En los Estados Unidos, entre 2009 y 2019, su efectividad varió desde un mínimo del 19 % hasta un máximo del 60 % y la protección disminuyó rápidamente a medida que transcurrió el tiempo.
Una forma de incrementar la efectividad de la respuesta inmune es el uso de adyuvantes. Estas son sustancias que, al ser incorporadas al antígeno o inyectadas simultáneamente con él, actúan como irritantes y aumentan la respuesta inmune.
Las primeras vacunas contra la gripe, que fueron desarrolladas en la década del cuarenta, usaban adyuvantes. Consistían en virus muertos de la gripe mezclados con una emulsión de agua en aceite llamada Freund incompleto. Pero esta mezcla causó úlceras en el sitio de la inyección, por lo que se eliminó de las vacunas posteriores.
Para reducir aún más las reacciones adversas, los investigadores dejaron de incorporar la totalidad del virus muerto. En su lugar, introdujeron las proteínas virales de superficie.
Como resultado, las vacunas actuales tienen menos proteínas virales y ningún agente estimulante del sistema inmunológico. Si bien causan menos efectos secundarios, también son menos inmunógenas y efectivas.
Las células B como clave
Un nuevo estudio, pionero en su especie, publicado en Science, ayuda a explicar las deficiencias en inmunogenicidad de las vacunas antigripales.
Para comprender mejor el problema de la escasa durabilidad de la efectividad de la vacuna, Rafi Ahmed, inmunólogo de la facultad de Medicina de la universidad de Emory, y su equipo se centraron en un tipo de célula B, llamada célula plasmática de la médula ósea (BMPC), que produce anticuerpos después de una infección o vacunación.
Si bien en 1996 el grupo de Ahmed demostró que algunas BMPC pueden vivir muchos años, lo que podría conferir inmunidad duradera, se desconoce si las vacunas contra la gripe desencadenan altos niveles de BMPC, además de su duración.
El estudio
Ahmed y sus colegas examinaron repetidamente la médula ósea y la sangre de 53 voluntarios de entre 20 y 45 años. Esto se realizó en las semanas y en los meses previos y posteriores a recibir la vacuna antigripal.
Los investigadores encontraron picos de BMPC específicos para la influenza a las 4 semanas de la inmunización. Pero después de un año, las nuevas células habían desaparecido casi por completo.
En palabras de Mark Slifka, inmunólogo del Centro Nacional de Investigación de Primates de Oregón, el estudio «ayuda a definir el panorama» de la pésima durabilidad de la vacuna contra la gripe. «Resolvieron el problema en términos de comprender por qué la respuesta inmunitaria es de corta duración».
Además, este descubrimiento podría conducir a nuevas estrategias para aumentar la durabilidad de la vacuna.
Reincorporar adyuvantes
Slifka supone que la población de BMPC estimulada por vacunas tiene una pequeña proporción de células de gran longevidad no detectadas en este estudio, que podrían ofrecer una protección más duradera. Su presencia se podría lograr estimulando el sistema inmune para que produzca más BMPC.
En estas últimas dos décadas, se han introducido adyuvantes mejorados en las vacunas autorizadas. Una vacuna renovada contra la influenza que tiene un adyuvante de aceite en agua se ha estado utilizando en Italia desde 1997. Además, fue aprobada por los reguladores europeos y estadounidenses en 2000 y 2015, respectivamente.
Sin embargo, nadie en el estudio de Ahmed recibió este producto. Es más, cuando comenzó el proyecto, ni siquiera tenía licencia en los Estados Unidos. No está claro si el adyuvante es capaz de activar las BMPC de larga duración.
Según manifiesta Ahmed: «Es una locura que las vacunas contra la influenza más comúnmente utilizadas no incluyan un adyuvante. Espero que las cosas cambien en el mundo de las vacunas contra la gripe y dentro de 10 años no se administre ninguna vacuna sin adyuvante. Esto ha estado sucediendo durante años y es difícil cambiar la industria».