Toxina presente en un arbusto ornamental podría combatir el cáncer ocular
El coralberry, buckbrush o grosella india es un arbusto originario de Corea. Su fruto de color rojo brillante lo convierte en una planta ornamental que surge en muchas áreas boscosas abiertas, en zonas de arroyos y riberas, además de crecer prolíficamente en áreas donde predominan los árboles de roble.
En vez de propagarse a través de semillas, los coralberry crecen en «colonias», dado que sus raíces forman intrincados nudos subterráneos. Los arbustos poseen ramas arqueadas que alcanzan los casi 20 metros de altura.
Un característica muy particular de los coralberry es que sus hojas contienen bacterias que participan en la síntesis de un insecticida natural llamado FR900359 (FR), que ha llamado la atención de la comunidad científica desde hace unos 30 años, y debido a este hallazgo, los científicos los han examinado con gran detalle, llegando a descubrir que esta sustancia protege al fruto del ataque de los insectos.
Se ha empleado con fines medicinales desde épocas antiguas, pues el folklore indica que los nativos americanos utilizaron los coralberry para tratar las dolencias oculares, además de emplearlas como un sedante suave.
Dentro de sus nuevas aplicaciones medicinales, estudios recientes han descubierto que FR podría tratar el asma con mayor efectividad aún que el clásico salbutamol.
Más recientemente, otro interesante hallazgo se ha reportado sobre FR en relación con el melanoma uveal o de úvea, que es el tumor intraocular más común en adultos y que con frecuencia hace metástasis al hígado. En este cáncer se han observado mutaciones de activación recurrentes en las proteínas G, Gαq y Gα11- que hacen que las células cancerosas se dividan de manera continua- en aproximadamente el 93% de todos los melanomas.
La FR ha demostrado tener un potente y selectivo efecto inhibidor de las proteínas Gq, ya que con su aplicación se ha obtenido una inhibición de Gαq / 11 oncogénico, que ha resultado en la detención del ciclo celular y la inducción de la apoptosis (muerte celular).
Si bien las tasas de supervivencia para el cáncer de úvea son generalmente altas , según la American Cancer Society, cuando pasa a la fase de metástasis, esta tasa puede disminuir significativamente, por lo tanto, es crucial encontrar una manera de frenar la progresión del cáncer de ojo. Si bien la causa de este cáncer actualmente es desconocida, pero se ha visto que es más frecuente en personas que tienen piel clara y ojos azules o verdes.
De acuerdo a datos epidemiológicos proporcionados por el Kellogg Eye Center de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, cada año se producen de cinco a seis casos de este tipo de cáncer por cada millón de personas, proporción que aumenta a alrededor de 21 casos por millón de personas en los mayores de 50 años.
Profundizando el efecto anticancerígeno de la coralberry
Un grupo de investigadores de las Universidades de Magdeburgo y Bonn- ambas de Alemania- en colaboración con unos colegas en los Estados Unidos, creen haber encontrado una aplicación prometedora para FR, hallazgos que se publicaron en la revista Science Signaling .
Como explica el Dr. Evi Kostenis, del Instituto de Biología Farmacéutica de la Universidad de Bonn, se sabía que «La sustancia inhibe un grupo importante de moléculas en las células, las proteínas Gq» y actúan como una especie de centro de control de emergencia, que al ser activado por una señal química específica pueden impactar en los ciclos de activación y desactivación de las rutas metabólicas celulares durante un breve período de tiempo, tras el cual la célula vuelve a su estado normal.
Pero lo que este equipo de investigadores ha descubierto en este nuevo estudio es que FR puede detener la división celular: «Eso es algo que nadie hubiera esperado«, manifiesta Kostenis, porque los científicos creían que FR ignoraría las proteínas Gq activadas, por lo que «parecía imposible» que FR pudiera funcionar en proteínas mutadas, explica la Dra. Evelyn Gaffal, de la Universidad de Magdeburgo.
Además de demostrar que FR es efectivo tanto en las proteínas activas como en las inactivas, su estudio también revela el mecanismo de acción, al encontrar que las proteínas Gq mutadas y permanentemente activas a veces vuelven a su estado inactivo. Es en ese momento que FR se une a la proteína, evitando que se active. A medida que transcurre el tiempo, cada vez más proteínas Gq son inactivadas, lo que podría tener un efecto potencial de retardar la división celular descontrolada en el melanoma uveal.
Los investigadores han visto este efecto in vitro al estudiar cultivos celulares y en células de ratones con cáncer, por lo que aún restan varias pruebas antes de que pueda ser testeado en humanos.
Un aspecto clave de este tipo de potenciales terapias es el asegurarse de que FR se dirija de manera específica a las células tumorales, sin interactuar con otro tipo de tejidos sanos, que será el próximo paso a estudiar, según señala Kostenis: «Este es un desafío con el que muchas otras quimioterapias también tienen que lidiar«.