Eliminar un solo oncogén podría prevenir el desarrollo del cáncer de páncreas
El cáncer de páncreas es una forma agresiva de cáncer que suele diagnosticarse bastante tarde, por su falta de sintomatología y, a menudo, se resiste al tratamiento.
Según National Cancer Institute (NCI), esta neoplasia maligna es la cuarta causa de muerte por cáncer en los Estados Unidos. La incidencia a nivel mundial es de unos 110,000 casos, con una tasa de mortalidad muy elevada, que alcanza el 98%.
Dentro de los factores de riesgo que se han asociado al cáncer pancreático está el tabaquismo, enfermedades como la pancreatitis crónica por ingesta de bebidas alcohólicas y diabetes mellitus, además de otras patologías e hipovitaminosis D.
Estrés celular y mutaciones genéticas
Según la teoría que se maneja para explicar la etiología del cáncer, se parte de que las células adultas tienen la facultad de volver a una etapa “primitiva” de mayor reproducción y crecimiento para reparar las lesiones y revertir procesos inflamatorios, para poder así suministrar al cuerpo nuevas células funcionales que reemplacen a las que son destruidas.
En un cuerpo sano, este proceso comienza y se detiene rápidamente una vez que ha reparado el daño, pero en el caso de la existencia de factores de riesgo y en combinación con determinados defectos genéticos, este proceso de curación no se detiene, sino que se altera, pues las células en estadios más primitivos continúan proliferando y terminan como tumores cancerosos.
En el caso del páncreas, los tumores exocrinos –como el adenocarcinoma– constituyen el tipo más frecuente de cáncer de páncreas, que generalmente comienzan a proliferar en los conductos pancreáticos (adenocarcinomas ductales).
De menor frecuencia es el desarrollo tumoral a partir de los acinos pancreáticos, (adenocarcinoma acinar), conformado por las células acinares, encargadas de secretar enzimas digestivas, que a su vez pueden ocasionar daño al mismo tejido. Como respuesta regenerativa al estrés y daño tisular, estas células pueden transformarse en una «metaplasia acinar-ductal» (ADM), que corresponde a una etapa intermedia- previa al cáncer- que conduce a tipos celulares primitivos de gran crecimiento. Estas células pueden además sufrir una transformación llamada «neoplasia intraepitelial pancreática» (PanIN), en la cual las células se multiplican de manera descontrolada, con propensión a volverse cancerosas cuando adquieren mutaciones en el ADN, como las del gen KRAS, que provocan un crecimiento agresivo en más del 90% de los cánceres de páncreas.
Otro gen crucial
La Dra. Diane Simeone, directora del Pancreatic Cancer Center at the New York University Langone Health’s Perlmutter Cancer Center y sus colegas efectuaron un estudio en ratones y muestras de pacientes humanos para analizar el papel que juega el gen llamado «ataxia-telangiectasia del grupo D complementario» (ATDC) en la génesis de tumores pancreáticos, hallazgos que fueron publicados en la revista Genes & Development.
La investigación partió de la teoría de que los tumores surgen como resultado de que las células adultas vuelven a una etapa anterior, más «primitiva», similar a la de las células fetales- de elevada proliferación- como indica Simeone: “las células ductales adultas comparten algunas similitudes con los conductos primitivos embrionarios y pueden conservar la capacidad de generar células endocrinas en el adulto«.
El equipo de investigadores se focalizó en las células acinares pancreáticas, para lo cual crearon un modelo de pancreatitis en ratones -una afección inflamatoria que estimula el crecimiento de estas células y su conversión en células ductales de alto crecimiento- al tratar las células con ceruleína, un fragmento proteico que induce daño celular.
Simeone y sus colegas encontraron que la expresión del gen ATDC se incrementó unos días después de que la pancreatitis causó daño tisular y aumentó lo necesario para que las células acinares se transformen en células ductales.
Además observaron que cuando el gen ATDC estaba presente y en combinación con el oncogén KRAS, todos los ratones del estudio desarrollaron un tipo de cáncer pancreático agresivo.
Sin embargo, cuando los investigadores eliminaron el gen ATDC, ninguno de los ratones propensos al cáncer desarrolló cáncer, además, ni siquiera las células acinares progresaron a la etapa ADM o PanIN.
Frente a lo sorprendente de estos hallazgos, Simeone comenta:
«Pensamos que la eliminación [del gen ATDC] retardaría el crecimiento del cáncer y no lo evitaría por completo«. «Encontramos que eliminar el gen ATDC en las células pancreáticas resultó en uno de los bloqueos más profundos en la formación de tumores que se haya observado en un modelo de ratones bien conocido, diseñado para desarrollar adenocarcinoma ductal pancreático, que […] imita fielmente a la enfermedad humana. «
Otros experimentos realizados por los investigadores revelaron detalles adicionales sobre el mecanismo desencadenante en que el gen ATDC termina provocando el cáncer.
Los investigadores también pudieron identificar otra proteína de señalización y un gen adicional que participan en el proceso que lleva a la formación de tumores, hallazgos que podrían ayudar al desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas y de prevención para el cáncer de páncreas.