África: malaria resistente a la artemisina

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Un equipo de científicos realizó un estudio de eficacia farmacológica sobre el Plasmodium en Ruanda y logró identificar una cepa del parásito de la malaria resistente a la artemisina en África. Pero, al parecer, esta resistencia evolucionó en los parásitos del propio continente, en lugar de extenderse desde el sudeste asiático.

Combatiendo la malaria

La malaria o paludismo es una enfermedad causada por parásitos del género Plasmodium, que se transmite por la picadura del mosquito del género Anopheles.

Esta patología representa un importante problema de salud pública en varios países, debido a su elevada prevalencia. Casi 3200 millones de personas en 89 países están en riesgo de contraer la enfermedad, para la cual no existe vacuna. Cada año, se registran más de 200 millones de casos y más de 400 000 muertes.

Durante más de 15 años, el tratamiento de episodios de malaria causados ​​por Plasmodium falciparum ha dependido de las terapias combinadas, basadas en artemisinina (TCA), que emplean un derivado de la artemisinina de acción rápida, asociado a un fármaco con una vida media prolongada. 

Evolución de la resistencia

Al desarrollar el primer medicamento contra la malaria, la cloroquina, los investigadores creyeron que la enfermedad se erradicaría en unos años. Pero la resistencia a este antipalúdico surgió por primera vez en la región del Gran Mekong en la década del sesenta. Poco después, le siguió la resistencia a la pirimetamina, utilizada en asociación con sulfadoxina

Se sospecha que esta pérdida de eficacia farmacológica contribuyó a millones de muertes adicionales por malaria en niños y jóvenes africanos en la década de los ochenta.

La infección de malaria, actualmente, se trata con una combinación de dos medicamentos: artemisinina y piperaquina. Pero también los parásitos de la malaria comenzaron a desarrollar resistencia a la artemisinina. Este hecho se registró por primera vez en 2008 en el sudeste asiático (Camboya, Tailandia, Vietnam, Myanmar y Laos).

En algunas regiones, el 80 % de los pacientes ahora están infectados con parásitos de la malaria que resisten al tratamiento.

Esta resistencia conduce a un retraso en la eliminación de los parásitos del torrente sanguíneo de las personas tratadas con terapias combinadas basadas en la artemisina (ACT).

Desde el 2014, se ha monitoreado la distribución geográfica de la resistencia del parásito a la artemisinina. Esto se ha realizado a través de la detección de mutaciones en el gen Kelch13.  

Pero los parásitos resistentes más extendidos en el sudeste asiático tienen la mutación C580Y, la cual se ha detectado en Guyana y Papúa Nueva Guinea. 

Mientras tanto, en África, donde los TCA siguen siendo muy efectivos, los parásitos mutantes Kelch13 continúan siendo raros.

Panorama en África

África siempre ha sido la mayor preocupación, pues es donde se registran más de 9 de cada 10 casos de la enfermedad. En 2018, los países africanos representaron más del 90 % de las más de 400 000 muertes por malaria.

Para evaluar la situación en este continente, científicos del Instituto Pasteur, apoyados por la Organización Mundial de la Salud y por otras instituciones, llevaron a cabo un proyecto sobre monitoreo molecular de la resistencia en Ruanda. Los resultados de la investigación se publicaron en Nature Medicine.

Analizaron muestras de sangre de pacientes en Ruanda desde septiembre de 2013 hasta diciembre de 2015, donde realizaron estudios clínicos de eficacia farmacológica de los TCA in vitro. Sus hallazgos indican la presencia de parásitos de la malaria resistentes a la artemisina en África.

Encontraron una mutación particular del parásito, resistente a la artemisinina, en el 7,4 % de los pacientes.

Además de los mutantes Kelch13 resistentes a la artemisinina, los científicos reportaron la detección significativa de parásitos que portan otra mutación: la R561H.

Pero la secuenciación del genoma completo de estos Plasmodium indica que los mutantes R561H provienen de la selección de las poblaciones de parásitos de Ruanda y no de la diseminación de parásitos asiáticos, donde se había observado previamente esta mutación. 

Riesgos para la salud pública

El hallazgo de que esta cepa de Plasmodium resistente a la artemisina in vitro se haya extendido entre varios lugares en Ruanda conlleva importantes riesgos para la salud pública. 

Dada la ausencia de otras opciones terapéuticas efectivas y de medidas eficaces para contener la propagación de parásitos resistentes en otras localidades de Ruanda y en países vecinos, es cuestión de tiempo para que adquieran la capacidad de ser resistentes a los medicamentos asociados utilizados en los TCA. 

Este hecho implicaría la ineficacia de los únicos tratamientos disponibles, como ha ocurrido en el sudeste asiático. Ante esto, los investigadores advierten que «representará una gran amenaza para la salud pública» en el continente.

Un reciente modelo, basado en un escenario de resistencia a ATC, pronosticó que la malaria en África podría ser responsable de una cifra adicional de 78 millones de casos y 116 000 muertes en un período de cinco años.