Plasma convaleciente: ¿cura para pacientes con COVID-19?
Se estudian varias posibilidades para tratar a los pacientes afectados por el SARS-CoV-2, especialmente aquellos casos que revisten mayor gravedad. Dentro de estas opciones, el uso de plasma convaleciente podría curar a los pacientes con COVID-19, según recientes ensayos. Sin embargo, esta práctica puede involucrar algunos riesgos inmunológicos e infecciosos para el receptor.
Desde la gripe española de 1918, la sangre o el plasma de pacientes recuperados se ha probado como terapia. Ante esto, los informes sugieren que fue efectiva. También se utilizó para combatir otras enfermedades, como el sarampión, el síndrome respiratorio agudo severo y la fiebre hemorrágica argentina.
Antecedentes del tratamiento
En The Journal of Clinical Investigation, el especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Johns Hopkins Arturo Casadevall y Liise-anne Pirofski, del Albert Einstein College of Medicine, mencionaron un posible tratamiento para la COVID-19. Se trata del plasma convaleciente, con una alta concentración de anticuerpos contra el virus.
Esta terapia parece haber funcionado en otras infecciones, además de que existe la infraestructura para recolectar y para administrar el plasma. Los riesgos son conocidos y comparativamente bajos.
Pero se deben obtener resultados en base a ensayos clínicos controlados aleatorios que aún están en curso, con la esperanza que den respuestas más definitivas sobre si el uso de plasma convaleciente podría curar a los pacientes con COVID-19.
Pero con cautela…
Sin embargo, algunos estudios son menos alentadores, dice Marylyn Addo, especialista en enfermedades infecciosas en el Centro Médico de la Universidad de Hamburgo-Eppendorf. En un estudio que involucró a 84 pacientes con ébola en Guinea en 2015, los médicos no obtuvieron beneficios al emplear plasma convaleciente. Desconocen el porqué, pero tal vez el plasma no contenía una elevada concentración de anticuerpos potentes para neutralizar el virus.
Además, esta terapia no está exenta de riesgos. Las transfusiones pueden transmitir patógenos a través de la sangre. En casos excepcionales, pueden conducir a una lesión pulmonar aguda relacionada con la transfusión (TRALI), donde los anticuerpos transferidos lesionan los vasos sanguíneos pulmonares.
En el caso de la sobrecarga circulatoria asociada a la transfusión (TACO), el cuerpo del paciente no logra adaptarse al volumen sanguíneo agregado, que puede ser de hasta medio litro. Ambos pueden provocar disnea y la muerte.
Estudios a favor
En enero, los médicos chinos comenzaron a experimentar con plasma convaleciente en pacientes con COVID-19. En un estudio de abril, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, informaron que 10 de cada 10 receptores de plasma evidenciaron mejorías clínicas, mientras que 3 de cada 10 «controles pareados» (personas con las mismas características que no recibieron el tratamiento) murieron. Otros pequeños estudios realizados en China y en Italia también parecen ser prometedores.
En un estudio de pacientes tratados con suero en el Hospital Mount Sinai en la ciudad de Nueva York, realizaron un ensayo de control combinado que comparó a 39 pacientes graves con COVID-19 que recibieron plasma.
Si bien la diferencia en la mortalidad no fue estadísticamente significativa, cuando compararon los requerimientos de oxígeno suplementario de los pacientes postransfusión, los que recibieron el plasma obtuvieron mejores resultados.
Algunos ensayos más grandes se están realizando en Alemania, el Reino Unido y los Estados Unidos, por lo que se esperan resultados en los próximos meses.
En un documento de EE. UU. que evalúa la seguridad de la terapia en los primeros 5000 pacientes se encontraron solo 36 eventos adversos graves, incluidos los casos TRALI y TACO. Pero piensan que algunos pueden haber sido provocados por el propio virus. Solo dos eventos estaban «definitivamente relacionados» con la transfusión. Otros 23 fueron considerados «probablemente» relacionados.
Asimismo, el suero convaleciente también podría ayudar a prevenir la infección en aquellas personas con alto riesgo. En un ensayo coordinado por Johns Hopkins, 150 trabajadores de la salud expuestos a COVID-19 sin la protección adecuada recibirán suero convaleciente o suero recolectado el año pasado. Los investigadores compararán cuántas personas en cada grupo desarrollan la enfermedad.
Donación de plasma convaleciente
En caso de que el plasma convaleciente funcione, se requerirá un gran volumen. Una donación de plasma, que generalmente es de 690 a 880 mililitros, es suficiente para uno o dos pacientes. Pero los pacientes recuperados podrían donar plasma varias veces. Además, el grupo sanguíneo del donante y del receptor debe ser compatible.
La mezcla y la concentración de anticuerpos difiere de un donante a otro, por lo que la compañía farmacéutica japonesa Takeda está trabajando para producir globulina hiperinmune. En este procedimiento reúne el plasma de cientos de pacientes recuperados y los anticuerpos se concentran aproximadamente unas 10 veces.
La ventaja de la globulina hiperinmune radica en su vida útil más prolongada, en comparación con el plasma convaleciente y con su mayor concentración de anticuerpos. Esto permitiría administrar menor volumen a los pacientes, sin el riesgo de TACO. Para evaluar sus resultados, un ensayo de eficacia, financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., comenzará este verano.
Resultados en México
El tratamiento experimental de plasma convaleciente para tratar la COVID-19 se administra en México a través del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Esta terapia se usó en una mujer de 65 años de edad, que logró recuperarse después de recibir plasma convaleciente. Su recuperación cursó sin presentar ningún evento adverso. Fue dada de alta el pasado 3 de mayo. Además, ya ha sido administrado a siete pacientes.
Para el 22 de abril, la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) otorgó el dictamen que autoriza al Seguro Social el uso clínico de plasma de pacientes convalecientes.