Mujeres propensas a embarazo de riesgo
Las mujeres que viven en áreas empobrecidas, caracterizadas por la escasez de alimentos frescos y de calidad, presentan mayores índices de morbilidad relacionados con el embarazo. El hallazgo fue el resultado de un estudio realizado por el Centro Médico de la universidad de Loyola en Chicago.
«Desiertos alimentarios»
Los investigadores analizaron la correlación entre la morbilidad, el embarazo y la ubicación en una zona geográfica con una escasez de alimentos saludables. Para esto, cotejaron los expedientes médicos de las pacientes embarazadas que dieron a luz en el Centro Médico de la universidad de Loyola en 2014, con datos sobre la disponibilidad de alimentos proporcionados por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).
Después de cruzar los datos, analizaron los índices de morbilidad materna de las mujeres que viven en los llamados desiertos alimentarios. La USDA define a estos lugares como zonas geográficas con una escasez de frutas, verduras y otros alimentos frescos. Esto se debe a la falta de comercios, mercados y proveedores de comida fresca en las áreas empobrecidas.
Matthew J. Tipton y su equipo de investigadores estudiaron dos áreas geográficas:
- Áreas urbanas donde al menos el 33 % de la población vivía a más de una milla y media de la tienda de alimentos más cercana.
- Áreas rurales donde al menos el 33 % de la población vivía a más de diez millas de la tienda de alimentos más cercana.
Los investigadores analizaron seis tipos de morbilidad materna: preeclampsia, hipertensión gestacional, diabetes gestacional, ruptura prematura de las membranas, parto prematuro y restricción del crecimiento intrauterino.
Mala alimentación y morbilidad materna
Una de cada cinco mujeres que participaron en el estudio (el 20 %) vivía en un desierto alimentario. Estas mujeres eran ligeramente más jóvenes que aquellas que vivían en áreas geográficas con un mejor acceso a alimentos. Además, un mayor porcentaje era afrodescendiente (el 44 %). Su nivel promedio de ingresos anuales ($44 694) era menor que el de las mujeres que no vivían en desiertos alimentarios ($67 005).
Los investigadores encontraron que casi la mitad de las mujeres que vivían en desiertos alimentarios (47%) presentaban algún tipo de morbilidad relacionada con el embarazo, en comparación con el 36 % de las mujeres que vivían en áreas geográficas con acceso a una alimentación saludable.
La ruptura prematura de las membranas y la preeclampsia eran los tipos de morbilidad más comunes entre las mujeres que vivían allí.
«Nuestro estudio muestra una correlación entre vivir en un desierto alimentario y un mayor índice de morbilidad asociada al embarazo. Con base en este hallazgo es posible plantearse si un mejor acceso a la alimentación sana podría reducir el índice de morbilidad entre este grupo de pacientes», dijo Tipton.
Estos hallazgos fueron publicados en la revista científica Obstetrics & Gynecology.
Reducir la mortalidad materna
Tipton y su equipo explicaron que el objetivo del estudio era desarrollar políticas públicas que mejoren la salud de las madres que viven en condiciones de vulnerabilidad.
Este tipo de políticas ayudarían a alcanzar el quinto Objetivo de Desarrollo del Milenio: mejorar la salud materna. Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel global, la mortalidad materna es la segunda mayor causa de muerte entre mujeres en edad reproductiva, después del VIH/SIDA.
Sin embargo, Tipton y su equipo admiten que el estudio tiene limitaciones, ya que no toma en cuenta otros factores que pueden afectar la salud de una mujer embarazada, entre ellos, la calidad de la comunicación entre el médico y la paciente, el racismo estructural, la exposición a sustancias tóxicas como el arsénico y el estrés derivado de vivir en una zona geográfica insegura.