Ébola: una lucha contra la epidemia y la desinformación

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A mediados del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que el virus del ébola atacaba de nuevo; ahora, en la República Democrática del Congo. Se habían detectado 39 casos; de los cuales, 19 resultaron en la muerte del paciente.

La Food and Drugs Administration (FDA), de Estados Unidos, así como autoridades de salud internacionales y nacionales, monitorearon de cerca la situación para evitar un brote en países aledaños al Congo.

En agosto de 2018, el brote tomó fuerza. Más de 600 casos confirmados y 343 muertes habían sido registrados. Este brote se convertía así en el segundo más grandes después de la epidemia de África occidental cinco años antes.

La diferencia en el brote del Congo fue que los pacientes tuvieron acceso a uno de los cuatro tratamientos experimentales, según la OMS. Los medicamentos se ofrecieron con la aprobación de dicha organización por medio de protocolos de uso de intervenciones monitoreadas.

Para el 1 de enero de 2019, 248 personas habían recibido tratamiento. Algunos parecieron mejorar; no obstante, no hubo evaluación científica de la eficacia y seguridad de los fármacos.

El primer ensayo multi medicamentos

El 24 de noviembre de 2018, el Ministerio de Salud del Congo anunció el inicio de un ensayo de control aleatorio coordinado por la OMS. Estas pruebas —dirigidas y financiadas por el Institut National de Recherche Biomédicale (INRB) y los National Institutes of Health (NIH)— son las primeras en su tipo para tratar ébola.

Los fármacos utilizados son mAb 114 y Remdesivir, estos son evaluados directamente en los pacientes infectados para descubrir cuál funciona mejor.

Al 6 de enero, había 4 pacientes inscritos para el ensayo. Las autoridades creen poco probable que el estudio alcance el número objetivo de 336 individuos; sin embargo, según el protocolo, se permite cubrir múltiples brotes en varios países durante 5 años.

Los pacientes que han aceptado ser parte de la investigación han recibido un sobre con las indicaciones sobre sus medicamentos. De esta manera, los médicos se aseguran de contar con un ensayo aleatorio.

A pesar de esos esfuerzos experimentales, los especialistas no pierden de vista que la prioridad es garantizar la mejor atención a los pacientes enfermos.

Esa tarea no ha resultado tan sencilla; pues los equipos de salud se han tenido que enfrentar al trabajo en una zona de conflicto y a las reglas que esto implica: toques de queda, poca seguridad y un país en elecciones.

Fake news y ébola

La revista Science publicó recientemente un artículo en el cual habla de cómo la epidemia de ébola en el Congo se ha convertido en blanco de teorías de conspiración en medio de una polémica elección presidencial.

Aun con el esfuerzo de las autoridades sanitarias y trabajadores de la salud, el combate al virus se ha visto mermado por la manipulación política, la información errónea y la desinformación.

Lo anterior ha obligado a instancias como la UNICEF y otras agencias a unir fuerzas para hacer frente a dicha situación.

Una de las primeras tareas ha sido el fomento de la confianza a través de la transparencia de su trabajo. Para eso, crearon una carpa de bioseguridad llamada Biosecure Emergency Care Unit for Outbreaks (CUBE); en ella, los familiares de los pacientes de ébola pueden visitarlos mientras reciben tratamiento.

El objetivo principal es no repetir la historia de África occidental: personas alejadas de las clínicas por miedo, desconfianza en el gobierno y por la alta cantidad de rumores.

Se trata de luchar contra las falsas noticias. Por ejemplo, que el gobierno creó el virus del ébola para exterminar a la población de Beni, uno de los focos más antiguos del brote y una de las ciudades excluidas de las urnas el pasado 26 de diciembre. O vencer la desinformación sobre la esterilidad a causa de la vacuna Merck.

La buena noticia es que organizaciones opositoras han condenado dichos actos; asimismo, han pedido que se proteja la respuesta contra el ébola. También se han creado tours organizados para identificar a pacientes con el virus y ayudarlos.

Ahora, una de las tareas más importantes es recopilar información sobre la percepción de las comunidades; de esa manera, se podrán trazar las líneas de acción para seguir combatiendo al virus.

Por supuesto, se requiere el trabajo conjunto de los medios de comunicación para refutar los rumores y la falsa información. Los testimonios de sobrevivientes de ébola; así como el refuerzo de la información, han ayudado a disminuir los estragos de la desinformación.

Si bien ha sido duro y falta mucho por hacer, gracias a esas acciones, pacientes recuperados ahora son voluntarios; las personas que piensan que podrían estar enfermas tienen más confianza para aceptar tratamientos; se han abierto espacios para muertes más dignas; se han implementado planes de contingencia para responder ante posibles disturbios; y se ha reforzado la preparación en áreas vecinas para evitar el alcance de la epidemia.

El trabajo es, aseguran los involucrados, convertir la energía negativa en una fuerza positiva para el bien.