¿Puede la estimulación cerebral profunda curar la adicción a las drogas?
Yan es un hombre delgado, de rodillas hinchadas y piel irritada. Su cabeza está rasurada y cubierta por vendas que son señal de que ha sido sometido a alguna cirugía.
Desde 2011, Yan se convirtió en uno de los 275 millones de usuarios de drogas en el mundo. Todo comenzó con una invitación de tres de sus amigos para probar la droga: “no tendrás problemas” fue lo que le dijeron.
Yan perdió todo su dinero, su esposa se divorció de él y ahora no puede ver a su hijo. Tras esas situaciones, ingresó a hospitales para desintoxicarse. Trató con medicina tradicional china; pero nada funcionaba. Se dio cuenta, además, de que su fuerza de voluntad no era suficiente para curar su adicción a las metanfetaminas.
Hace un año, su padre se enteró de un nuevo ensayo clínico de estimulación cerebral; así que le dio un ultimátum: rehabilitación o cirugía.
Yan eligió la cirugía.
Tras esa decisión, se convirtió en el paciente número uno en el primer ensayo clínico de estimulación cerebral profunda (ECP) para curar la adicción a las metanfetaminas realizado por el Ruijin Hospital de Shanghai.
Yan asegura que, tras seis meses de tratamiento, ha logrado alejarse de las drogas y mantenerse limpio.
A pesar de tal testimonio, y de que la EPC ha sido utilizada para tratar diferentes trastorno entre los que se encuentra el Parkinson, la pregunta que ronda en varios grupos de la comunidad científica es si es ética, adecuada y eficiente para tratar las adicciones.
¿Qué es la estimulación cerebral profunda?
La EPC es una neurocirugía utilizada para enviar señales directas a áreas del cerebro que controlan el movimiento, el dolor, estado de ánimo, peso, trastornos obsesivos compulsivos e, incluso, el despertar durante estados de coma.
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, la EPC consta de cuatro partes:
- Uno o más cables aislados llamados derivaciones o electrodos que van dentro del cerebro.
- Anclajes para fijar las derivaciones al cráneo.
- El neuroestimulador que genera la corriente eléctrica. Este dispositivo es similar a un marcapasos y se coloca en debajo de la piel del pecho.
- En algunos casos se añade otro cable delgado y aislado llamado extensión para conectar la derivación al neuroestimulador.
Este procedimiento se ha usado sobre todo en pacientes con el mal de Parkinson cuando se encuentran en una etapa donde los síntomas son difíciles de controlar con medicamentos.
Si bien la EPC no cura los síntomas, sí reduce los temblores, la rigidez, la tensión; así como los movimientos lentos y problemas para caminar.
La EPC también se ha utilizado para trata temblores en los brazos relacionados con la esclerosis múltiple; depresión que no responde a fármacos; trastorno obsesivo compulsivo; dolor crónico; obesidad grave; distonía y, en pocos casos, Síndrome de Tourette.
Si bien la estimulación cerebral ha sido ampliamente usada, no había, hasta ahora, ensayos dedicados de forma exclusiva para el tratamiento de adicciones.
Según según las base de datos de los US National Institutes of Health (NIH), existen ocho ensayos clínicos de EPC para controlar el consumo de drogas en el mundo. Seis de esas pruebas se llevan a cabo en China.
Para los científicos de occidente, los retos han sido variados, desde la dificultad para encontrar participantes hasta dilemas sociales y éticos. Otro factor son los altos costos: en Estados Unidos, hay que pagar cien mil dólares por un implante.
En China, el panorama es completamente diferente.
Mucho se debe a que las leyes de este país pueden obligar a los adictos a someterse a cirugías cerebrales durante años como parte de su rehabilitación.
De hecho, desde 2004, el Ministerio de salud de China ordenó las cirugías de cerebro para aquellas personas que han tenido adicciones.
Una vez aprobada esta legislación, miles de familias pagaron por este tratamiento no probado con anterioridad y con la posibilidad de múltiples riesgos y daños en el tejido cerebral.
Nueve años después, los doctores del hospital militar de Xi’an reportaron que mil 167 pacientes sometidos a este dictamen mostraron estar limpios de droga por al menos cinco años.
Asimismo, el costo de un implante en China es de solo 25 mil dólares, indica AP.
¿La cirugía para EPC debería prohibirse?
Los NIH consideran a la estimulación cerebral profunda como segura y efectiva si se lleva a cabo en las personas adecuadas; de lo contrario, se pueden presentar riesgos como:
- reacción alérgica;
- problemas de concentración;
- vértigo;
- infecciones;
- escape de líquido cefalorraquídeo;
- dolores de cabeza o meningitis;
- pérdida de equilibrio;
- reducción de la coordinación o pérdida leve de movimiento;
- problemas de habla o visión;
- sensaciones similares a un shock;
- dolor o hinchazón temporales;
- hormigueo en la cara, brazos o piernas.
De igual manera, indican que, como en cualquier otra cirugía, existe el riesgo de: coágulos, sangrado en cerebro; hinchazón cerebral; coma o confusión; convulsiones o accidentes cerebrovasculares.
Otros críticos de la EPC argumentan que los experimentos en humanos son prematuros y no consideran otros factores biológicos, sociales y psicológicos involucrados en la adicción.
Por otro lado, para algunos científicos aún no es muy claro cómo funciona la EPC, lo que causa dudas.
Cabe mencionar que parte del escepticismo también se debe a que, en Estados Unidos, los dos ensayos clínicos de EPC más largos para tratar depresión, fallaron.
No obstante, el ensayo clínico chino está cambiando la perspectiva, a tal grado que, en febrero de este año, la Food and Drugs Administration (FDA) dio luz verde para un pruebas en adictos de opioides en West Virginia.
Dr. Ashesh Mehta declaró a Live Science que, al igual que en los casos de epilepsia, la EPC podría ser un componente en el tratamiento de las adicciones; y se requiere mucha más investigación en el campo y la exploración de nuevos métodos que ayuden a tratar el consumo de drogas.