Genetistas intentan impedir creación de “bebés de diseño”
En el campo de la ingeniería genética, la tecnología CRISPR o más precisamente CRISPR-Cas9- que significa repeticiones palindrómicas cortas agrupadas en intervalos regulares- es una herramienta de reciente empleo en la edición del genoma, que sirve como unas tijeras moleculares con capacidad para cortar cualquier secuencia de ADN del genoma de manera altamente específica y para insertar cambios en su estructura.
Si bien estas mejoras tecnológicas son de gran utilidad en la investigación, de ahí a que la edición de la línea germinal sea considerada como una herramienta de aplicación clínica dista mucho, pues su seguridad y eficacia deben ser elevadas para llegar a suplir de manera satisfactoria los requerimientos médicos y que supere con creces los potenciales riesgos ante su implementación.
Como resultado de la primera Cumbre Internacional sobre la Edición de Genes Humanos en diciembre de 2015, hubo una declaración sobre los usos apropiados de la tecnología- que amplió en su segundo encuentro del 2018- con respecto al tema de crear niños modificados genéticamente, del que existe un amplio consenso en la comunidad científica sobre el elevado riesgo de realizar un cambio indeseado o de introducir mutaciones no intencionadas.
Corrección genética versus mejora genética
Dentro de la variada gama de posibles modificaciones genéticas, se debe indicar que la «corrección genética” correspondea la edición de una mutación de baja incidencia que tiene una elevada probabilidad de causar una patología grave al afectar un solo gen. Esta corrección se realiza con el objetivo de “normalizar” la secuencia de ADN que es mayoritaria en la población normal, partiendo del supuesto que puede realizarse sin errores o efectos indeseados.
Por el contrario, la “mejora genética”, como indica su nombre, serviría para «mejorar» a los individuos y las especies. Las posibilidades van desde modificar el riesgo de padecer una enfermedad genética, hasta provocar cambios permanentes en la especie humana con modificaciones en la inteligencia, desarrollo muscular o hasta introducir nuevas funciones biológicas, como la capacidad de ver el espectro infrarrojo o descomponer ciertas toxinas, etc., que podría crear un mercado a base de los llamados «bebés de diseño».
Petitorio ético
Recientemente, el investigador chino He Jiankui, sin considerar el consenso global sobre los límites éticos de la edición de genes, modificó e implantó embriones alterados genéticamente en el vientre materno, que dio como resultado el nacimiento de los primeros bebés gemelos “editados”, hecho que ha venido a incentivar aún más el creciente interés en proyectos para el mejoramiento genético de los seres humanos.
Si bien He Jiankui argumentó que su experimento tenía la intención de alterar un gen para que los bebés tuvieran resistencia a la infección con el VIH defendió su intervención como una forma ética de terapia génica, pero la comunidad científica condenó sus acciones y las catalogó de «experimentación humana deshonesta«.
Este hecho motivó al pionero de CRISPR, Feng Zhang del Instituto Broad y MIT de Harvard sobre la necesidad de hacer una nueva llamada para detener la aplicación inescrupulosa de esta tecnología, por lo que invitaron a otros investigadores prominentes en el campo de la genética a colaborar en el artículo, que resultó en que científicos y éticos de siete naciones que se unieron para solicitar este miércoles 13 una moratoria a los experimentos de edición de genes que buscan modificar los caracteres hereditarios de los bebés humanos.
Además, los autores abogan por la creación de un órgano gubernamental de competencia internacional que supervise la aplicación de la tecnología CRISPR, que cuente con el respaldo de un organismo coordinador que podría ser totalmente independiente o formar parte de la OMS.
Este llamado se publicó como un comentario en la revista Nature y es un reconocimiento de que las advertencias emanadas de las conferencias sobre la ética de la edición de genes no han sido lo suficientemente claras y determinantes como para evitar una violación ética como la evidenciada en el caso de los gemelos chinos.
El artículo se opone específicamente a los experimentos con espermatozoides, óvulos y embriones- conocidos como células de la línea germinal- que son diseñados para implantarse y producir un embarazo. Pero el documento no desaprueba la investigación que emplee las células somáticas, porque sus modificaciones no son hereditarias. Es más, el consenso entre los científicos y los especialistas en ética ha sido que CRISPR y otras técnicas de edición de genes pueden tener muchas aplicaciones, como la investigación en células- incluidos los embriones humanos- siempre y cuando estas células no terminen en gestación.
Eric Lander, autor principal del comentario en Nature y director del Broad Institute of MIT y Harvard, señala la importancia de contar con una guía internacional para el manejo de nuevas tecnologías de manera más general: «Creo que plantea la cuestión de cómo gobernamos la tecnología compleja». «En el caso de las tecnologías poderosas, cada vez vemos que tienen ventajas y desventajas. No podemos simplemente cruzarnos de brazos y decir que no hay forma de detenerlo. Hay una manera de guiarlo«.
En apoyo a la solicitud de moratoria, Francis Collins, director de los National Institutes of Health (NIH) de los E.E.U.U. emitió una declaración apoyando el llamado a la moratoria e indicó: «Lo que estamos hablando aquí es uno de los momentos más fundamentales de decisión sobre la aplicación de la ciencia a algo de enorme consecuencia social. ¿Vamos a cruzar la línea para rediseñarnos?»
El artículo afirma que alrededor de 30 naciones tienen leyes que de forma directa o indirecta pohiben este tipo de ingeniería genética, como es el caso de los Estados Unidos, que tienen leyes que impiden este tipo de edición de línea germinal.
Un hecho llamativo fue la ausencia en la lista de autores del artículo de Nature de la pionera de CRISPR- Jennifer Doudna de la Universidad de California en Berkeley- que inventó gran parte de la tecnología CRISPR y también advirtió desde el principio que podría usarse con fines carentes de ética.
Doudna dijo que rechazó la solicitud de Zhang para firmar este documento, pero que continuará trabajando con las academias nacionales en los E.E.U.U., Reino Unido y China, pues: «Mi sensación es que esto es, efectivamente, simplemente repitiendo lo que ha estado sucediendo durante varios años«, pero apoyó la abierta discusión de las implicancias éticas de la utilización de la tecnología CRISPR: «No quiero llevar a otros a la clandestinidad con ésto. Preferiría que sintieran que pueden discutirlo abiertamente. La edición de genes no se ha ido, no se va, no va a terminar«.
Con respecto a las virtudes de CRISPR, Zhang manifestó: «Creo que es una tecnología muy poderosa que tiene un gran potencial para mejorar nuestras vidas, mejorar nuestra salud, mejorar nuestro medio ambiente, mejorar nuestra agricultura«. Pero también enfatizó sobre los riesgos éticos asociados en su implementación a nivel sociedad: «Se puede imaginar una situación en la que los padres se sientan presionados para editar a sus hijos porque otros padres lo están», «Podría exacerbar aún más la desigualdad. Podría crear un desastre total en la sociedad«.
Este artículo fue publicado originalmente por The Washington Post .