Cigarrillos electrónicos, ¿seguros o no?
Los cigarrillos electrónicos contienen una batería que activa la calefacción incorporada. El usuario presiona un botón e inhala a través de la boquilla. El calefactor vaporiza el líquido (hecho con nicotina, propilenglicol o glicerina) y lo convierte en humo.
En 2017, 2.9 millones de adultos han utilizado estos artefactos.
Un artículo publicado en el Journal of the Royal college of Physicians of Edinburgh, a cargo de investigadores de la Aberdeen Royal Infirmary en Reino Unido, muestra resultados positivos acerca del uso de cigarros electrónicos para dejar de fumar.
Los expertos notaron que, aunque los cigarrillos electrónicos pueden ser altamente adictivos, las partículas de nicotina no causan daño clínico.
De hecho, especificaron, son las sustancias que acompañan a la nicotina las responsables de los efectos perjudiciales de fumar.
Los especialistas señalan que, originalmente, los creadores de cigarrillos electrónicos los hicieron como apoyo para cesar el consumo de tabaco. Y, según sus conclusiones, sí han ayudado con ese objetivo.
Para llegar a estas afirmaciones, examinaron análisis donde se observaba el consumo de cigarros electrónicos y la tasa de abandono al tabaco. También revisaron otros en los cuales se revelaba que, la razón principal de su uso, era dejar de fumar.
Otras pruebas más mostraron que el vapeo, como se conoce a la acción de fumar cigarrillos electrónicos, resultó efectivo para algunas personas en su objetivo de evitar el tabaco durante un año o más.
¿Menos problemas?
Los fumadores usuales pueden reducir su riesgo de cáncer cuando hacen la transición de cigarrillos comunes a electrónicos; pues dejan de exponerse a más de 70 carcinógenos contenidos en el humo del tabaco, anotan los autores.
De igual manera, disminuye el riesgo de desarrollar problemas cardiacos y la muerte asociada a ellos.
Cuando una persona vapea, la “potencia del cáncer” es de sólo 0.5%. Asimismo, indican que sólo el 3% de quienes usan cigarros electrónicos nunca han fumado.
A partir de esa evidencia, invitan a desempolvar las legislaciones pendientes sobre cigarrillos electrónicos; así como crear medidas reglamentarias para vapear y evitar que el consumo de tabaco siga aumentando.
Opiniones contrarias
A pesar de los hallazgos positivos sobre el vapeo, existen otros científicos con un punto de vista contrario.
Para ellos, una de las principales preocupaciones es el uso del vapeo por personas que nunca han fumado; en especial, porque se ha registrado un aumento de vapeo en las personas de entre 14 y 30 años.
Por otro lado, han observado que el uso de cigarrillos electrónicos no necesariamente cesa el uso del tabaco normal y los fumadores combinan ambas formas.
En otras palabras, sugieren que los cigarrillos electrónicos pueden entenderse como un vehículo para “renormalizar” el hábito; además, de socavar la abstinencia total.
Incluso una de las investigaciones con mayor impacto en 2018, encontró que el líquido de los cigarrillos electrónicos contienen sustancias tóxicas y no hay reducción en la cantidad de nicotina.
Como consecuencia, las partículas ultrafinas entran al torrente sanguíneo por el humo; y, al igual que el tabaco, pueden provocar inflamación en el corazón y el sistema circulatorio.
Del mismo modo, se hace hincapié en que los estudios sobre los efectos positivos de los cigarrillos electrónicos han sido sólo observacionales y con ensayos controlados de muestras pequeñas.
Por esos motivos, el debate continúa; pues, adicional al incremento en el vapeo, el consumo de tabaco convencional persiste.
En ese contexto, las investigaciones siguen y autoridades, como el Royal College of Physicians, instan a adoptar modelos donde se motive a los fumadores a renunciar al tabaco y no sólo se trabaje en quienes ya han decidido quitarse ese hábito.