¿Dieta baja en grasas o baja en carbohidratos?
Científicos de la Stanford University School of Medicine encontraron que las dietas bajas en grasas o aquellas bajas en carbohidratos eliminan el exceso de peso en la misma medida. Asimismo hallaron que los niveles de insulina ni algún genotipo específico pueden predecir el éxito en cualquiera de las dietas.
De acuerdo con el doctor Christopher Gardner, profesor de medicina y autor del estudio, cada cuerpo responde de manera diferente a una misma deta. Aunque investigaciones pasadas muestran que factores genéticos, niveles de insulina y el microbioma definen la pérdida o ganancia de peso; la reciente investigación se encargó de observar si, efectivamente, esos elementos dictan la pérdida de peso.
¿Cómo se llevó a cabo el estudio?
Los investigadores reclutaron a 609 personas entre 18 y 50 años. La mitad eran mujeres, la otra mitad, hombres. Fueron colocados en dos grupos: uno tendría dieta baja en calorías; el otro llevaría una dieta baja en grasas; ambos durante un año.
Antes de comenzar, se realizaron pre-estudios a los participantes. Los resultados serían tomados en cuenta como predictores de la pérdida de peso. Se tomaron en cuenta: la secuencia de su genoma, para observar genes específicos asociados con la producción de proteínas que modifican los carbohidratos o el metabolismo de grasa. De igual manera, los sujetos tomaron un shot de glucosa con el estómago vacío, para poder medir su salida de insulina basal.
Durante las primeras ocho semanas, los participantes debían limitar su consumo de carbohidratos o grasas a sólo 20 gramos; aproximadamente una y media pieza de pan o una generosa porción de nueces, según el grupo al que pertenecieran. A partir del segundo mes, se incrementaron entre 5 y 15 gramos de grasas o carbohidratos de forma gradual; hasta contar con un balance que los individuos pudieran mantener por el resto de su vida.
Al finalizar el año, quienes llevaron la dieta baja en grasas, consumían en promedio 57 gramos. Quienes hicieron la dieta baja en carbohidratos, ingerían 132 gramos por día. Cabe mencionar que el promedio de consumo por participante fue de 87 gramos de grasa al día; y de 247 gramos de carbohidratos.
El doctor Gardner hace hincapié en que la dieta seguida por ambos grupos fue una dieta saludable; pues se resalta el hecho de que un refresco, por ejemplo, puede ser bajo en grasa, pero eso no significa que sea sano. La idea también era consumir alimentos adecuados, saludable, y no sólo comida chatarra.
¿Qué información se obtuvo?
Durante los doce meses del experimento, los investigadores registraron el progreso de los participantes a través de información como el peso; composición del cuerpo; niveles de insulina basal; así como cuántos gramos de grasa o carbohidratos consumían al día. Los participantes de ambos grupos perdieron en promedio 5 kilogramos; aunque hubo algunos que bajaron hasta 27 kilos, mientras otros subieron hasta 6 kilogramos más.
Por supuesto, con esos datos, la hipótesis de la relación entre los genotipos y la insulina basal fue refutada. Gardner enfatiza que lo fundamental del estudio era crear una estrategia para la pérdida de peso; en la cual, además de un bajo consumo de grasa o carbohidrato, según el caso, también se redujera el consumo de harinas y azúcar; pero se aumentara el de verduras y frutas. Era importante que las personas cambiaran también su relación con la comida que pudieran mantener el resto de su vida; y no sólo se tratara de una pérdida de peso temporal.
El equipo de investigadores espera colaborar con otros científicos para estudiar las llaves de la pérdida de peso individual; con el objetivo de personalizar los régimenes alimenticios y no sólo invitar a la gente a “comer menos”.
El estudio fue financiado por National Institutes of Health; el Nutrition Science Initiative; y la Stanford’s Clinical and Translational Science Award. El Departamento de Medicina y la Health Research and Policy de Stanford también apoyaron el proyecto.
Entre los investigadores destacan los estudiantes de posdoctorado John Trepanowski y Michel Hause; así como la investigadora Liana Del Gobbo y Joseph Rigdon.
Christopher Gardner, autor del estudio, es miembro del Stanford Cancer Institute; del Stanford Cardiovascular Institute; de la Stanford Child Heatlh Research Institute; y del Stanford ChEM-H.
La investigación fue publicada en JAMA Network.