Crece el uso de la marihuana y los efectos en el cerebro son aun desconocidos

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Cada vez más estados y países de todo el mundo están marcando la pauta sobre la legalización y regularización del consumo del Cannabis sativa.

A medida que la legalización de la marihuana va incrementándose en los Estados Unidos, Michigan se ha convertido en el estado más reciente en permitir  el uso recreativo de esta polémica planta por parte de los adultos. Según las estadísticas, la marihuana es la droga ilícita más utilizada en los Estados Unidos.

Una encuesta realizada en 2017 indica que más de la mitad de los adultos estadounidenses han probado la marihuana al menos una vez en sus vidas, y casi 55 millones de ellos (22%) admiten usarla actualmente. Cerca de 35 millones son lo que la encuesta llama «usuarios regulares«, es decir, aquellos que consumen marihuana al menos una o dos veces al mes.

Por su parte México, que según un reciente informe de la ONU es al mayor productor de marihuana a nivel mundial, plantea sumarse a esta lista en los próximos meses, gracias a una iniciativa de ley presentada en el Senado por un grupo de legisladores que apoyan al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, que podría legalizar el consumo de la marihuana en el país.

Entre los aspectos más importantes de esta propuesta de ley figura la regulación del consumo, así como la comercialización y el uso de los compuestos derivados del cannabis con fines medicinales.

La marihuana corresponde a la droga ilegal de mayor consumo en México. Más de siete millones de mexicanos -que incluye a un 8,6% de los adultos entre 18 y 65 años de edad- admiten haberla probado al menos una vez. Esta tendencia también se ha manifestado de manera preocupante entre los menores de edad, donde el consumo se ha duplicado.

Uso crónico y efectos en el cerebro

Pese a todas estas masivas legalizaciones, los investigadores siguen advirtiendo de la necesidad de más estudios sobre los efectos a largo plazo del consumo crónico de marihuana a nivel cerebral, aunque no existe una definición universal de lo que constituye un uso «crónico».

Si bien se reconoce que el alcohol reviste mayores peligros en términos de riesgo de sobredosis aguda y como promotor de actos de violencia e inducir la falla orgánica crónica, la «marihuana, al menos como se usa actualmente en los Estados Unidos, genera tasas más altas de problemas de comportamiento, incluida la dependencia, entre todos sus usuarios «, manifestó Jonathan Caulkins, investigador de políticas de drogas y profesor de la Carnegie Mellon University.

Dentro de los estudios existentes, una investigación canadiense-  publicada  en el Journal of Child Psychology and Psychiatry en 2017- evidenció un incremento sustancial en las «experiencias similares a las de los psicóticos» entre los usuarios adolescentes. También hicieron hallazgos que incluyen efectos adversos sobre el desarrollo cognitivo y aumento de síntomas depresivos. Otros investigadores han reportado que el uso crónico de esta droga puede llegar a interferir con el desarrollo normal del cerebro adolescente.

Dentro de la información que han arrojado algunos estudios de neuroimagen en consumidores crónicos, se han visto reducciones en el volumen del hipocampo y disfunciones metabólicas de la corteza prefrontal medial y lateral, hallazgos asociados con déficits de aprendizaje y memoria, razonamiento, así como con aquellas alteraciones involucradas con la toma de decisiones, realización de predicciones y con manifestación de la intensidad en la sintomatología experimentada por estos individuos.

Cambios en la potencia adictiva

Patricia Conrad, profesora de psiquiatría de la University of Montreal, coincide en que hay que hacer más investigación para ver los efectos del consumo crónico de marihuana en el cerebro, más aún, considerando la potencia y grado adictivo adicción de los nuevos preparados que se están empezando a comercializar: «La potencia ha aumentado con el tiempo”. “Estamos viendo más y más productos que están extrayendo aceite de CBD del producto, lo que resulta en más y más productos con niveles potentes de cannabis”.

Un estudio analizó 38,600 muestras de cannabis confiscadas entre los años 1995 y 2014. Los resultados obtenidos indicaron que la cantidad promedio de tetrahidrocannabinol (THC) -el compuesto de efecto psicoactiva de la marihuana- aumentó de 4% en 1995 a más de 12% en el 2014. Durante ese mismo tiempo, el cannabidiol (CBD) -que corresponde a la fracción no psicoactiva- cayó de 0,28% a 0,15%. Los efectos de este cambio de proporción de THC/CBD tiene marcadas repercusiones en la potencia que se percibe al ingerir los fármacos en base  marihuana.

La potencia promedio de los productos florales que se expenden en los mercados con licencia del estado de Washington supera el 20%, y la potencia promedio de los productos a base de extractos está aproximadamente en el 70%, dijo Caulkins.

Marihuana y adicción

Los estudios  han demostrado que el consumo crónico de marihuana afecta aquellas estructuras cerebrales que están involucradas con la adicción, por lo que frente a la interrogante clave de si la marihuana es adictiva, la investigación se inclina a afirmar que sí.

El  National Institute on Drug Abuse  indica que el 30% de las personas que consumen marihuana pueden manifestar algún grado de «trastorno de consumo de marihuana«. Estos trastornos a menudo se relacionan con la dependencia, que lleva a la persona a padecer de síntomas de abstinencia cuando no ingiere la droga. Esta dependencia se produce cuando el cerebro se adapta a grandes dosis de la droga, por lo que cada vez se requiere de mayores cantidades para satisfacer el efecto de euforia buscado.

Los consumidores frecuentes reportan síntomas como irritabilidad, mal humor y dificultades para dormir, disminución del apetito, antojos, inquietud y malestar físico que alcanzan su punto cúlmine durante la primera semana después de dejar de fumar y puede persistir hasta dos semanas.

El trastorno por consumo de marihuana se convierte en adicción cuando el usuario no puede dejar de consumir la droga, pese a las múltiples interferencias que puede acarrear en variados aspectos de su vida.

Las estimaciones con respecto al número de adictos a la marihuana son controvertidas y no concluyentes, debido en parte a que los estudios sobre el uso de sustancias ilícitas a menudo se basan en el grado de dependencia como una medida de la adicción, aunque es posible ser dependientes sin ser adictos.

La adicción a la marihuana puede reconocerse en los siguientes comportamientos:

  • Incapacidad para restringir o dejar de usar la droga.
  • Usar más marihuana de lo previsto.
  • No cumplir con las responsabilidades diarias como concurrir a la escuela o al trabajo.
  • Elegir relaciones y actividades en las que pueda drogarse.

Debido a esta carátula de “poco dañina” en la que entra la marihuana y la falta de conciencia y conocimiento de los daños que ésta produce,  los  investigadores estiman que unos 4 millones de personas en los Estados Unidos se podían considerar afectados por el trastorno por consumo de marihuana en el 2015, pero solo 138,000 de ellas buscaron tratamiento de manera voluntaria.

A medida que se aprende más sobre los efectos de la marihuana a nivel cerebral y sistémico, los investigadores esperan saber como manejar, controlar y regular su consumo por la población a la que se le está permitido acceder a ella.