Nuevos fármacos antiadictivos bloquean centros de placer a nivel cerebral
Por norma general, la decisión inicial de ingerir drogas es voluntaria. Sin embargo, con el consumo continuo, el autocontrol se ve seriamente menoscabado. Este deterioro es el indicativo característico de la adicción, que puede llevar a comportamientos compulsivos y autodestructivos, hasta un desenlace fatal. Prueba de ello es que la adicción a los opiáceos mató a más de 42,000 personas en los Estados Unidos en el 2016.
Placer y cambios a nivel cerebral
La adicción causa numerosos cambios en la anatomía cerebral, su química y las sinapsis- valiéndose de la plasticidad del cerebro- por lo que la adicción causa la remodelación de los circuitos neuronales para otorgarle una mayor importancia a las drogas, como la cocaína, la heroína, etc., a expensas de otros intereses esenciales para la vida individual y social como son la salud, el trabajo, la vida en familia o la vida misma.
La adicción se debe a que las drogas- como los opioides y otras- u otros estímulos placenteros se apropian del sistema de recompensa normal del cerebro, que ha evolucionado para potenciar las conductas beneficiosas para el organismo, como comer y tener relaciones sexuales. Estos comportamientos producen como resultado picos en la liberación de dopamina en las regiones del cerebro que están asociadas con la motivación y la euforia.
Cuando los adictos tratan de dejar las drogas, al encontrarse con escenas familiares asociadas con la ingesta de estas sustancias, se puede desencadenar picos de dopamina, lo que provoca poderosos deseos de consumo que dificultan la desintoxicación.
Medicación antiadictiva
Los médicos hace tiempo que emplean medicamentos para combatir los efectos de los opioides. La mayoría de los fármacos contra la adicción intentan contrarrestar los efectos de drogas específicas. Por ejemplo, la buprenorfina, usada contra la adicción a los opiáceos, se une a los receptores opioides, sin proporcionar tanta euforia como el opioide en sí, pero al mismo tiempo, logra satisfacer algunos de los deseos del adicto, al desencadenar el sistema dopamínico de la recompensa. Pero los adictos a la buprenorfina siguen deseando la droga original, lo que con frecuencia los lleva a incrementar la cantidad de opioides que ingieren, ocasionando una sobredosis.
Bloqueadores de la GABA-AT
Los nuevos fármacos antiadictivos se dirigen al circuito neural de la adicción en sí. En cuanto al vigabatrin, un medicamento bloqueador de la GABA-AT, que se emplea para tratar la epilepsia, ya se encuentra a la venta. Además, su efecto inhibitorio en neuronas hiperestimuladas ha sido estudiado como una posible medicación antiadictiva, pero los resultados no han sido reproducibles en las personas.
Además, este fármaco no presenta una gran afinidad para unirse a la GABA-AT, por lo que los pacientes deben tomar grandes dosis, lo que a su vez puede causar daño retiniano.
En el 2003, Silverman y sus colegas formularon el CPP-115, que era 186 veces más efectivo que la vigabatrina para bloquear la enzima GABA-AT.
Actualmente, la compañía Catalyst Pharmaceuticals está probando este medicamento para tratar espasmos en bebés. Ya se han realizado y aprobado los testeos de seguridad iniciales en personas, evaluando además la posibilidad de que pueda resultar de utilidad para combatir la adicción.
En un documento publicado el 30 de enero en el Journal of the American Chemical Society, Silverman y sus colegas informan que modificaron ligeramente la estructura de CPP-115 para crear OV329, que se une más estrechamente a GABA-AT que su predecesor, y eso incrementa 10 veces su potencia.
Cuando los investigadores administraron OV329 a ratas adictas a la cocaína o a la nicotina, los picos de dopamina se neutralizaron gracias a su acción bloqueante de la enzima GABA-AT- que descompone al GABA- inhibiendo de esta forma el sistema de recompensa adictiva del cerebro y deteniendo la autoadministración de las drogas por parte de los animales.
Ovid Therapeutics retomó OV32 a través de estudios en animales y espera lanzar ensayos en humanos para su uso como fármaco.
Bloqueadores de D3R
Otros compuestos pertenecientes a esta nueva generación de medicamentos con potencial para tratar la adicción se dirigen más directamente a la vía de recompensa de la dopamina, al bloquear un subconjunto de receptores de este neurotransmisor: los receptores D3 (D3R), que son abundantes en regiones cerebrales asociadas con la motivación y la recompensa.
Los estudios han demostrado que las personas con adicciones a la cocaína presentan niveles muy elevados de D3R en esas regiones cerebrales específicas, por lo que en los últimos años, varios estudios han demostrado que los medicamentos bloqueadores de D3R reducen notablemente la propensión de un animal a autoadministrarse drogas como la cocaína, la metanfetamina y los opioides. Dentro de los inconvenientes de estos compuestos, se ha visto que no persisten el tiempo suficiente en el organismo para ejercer una acción eficaz.
Pero el año pasado, un equipo de investigadores dirigidos por Amy Hauck Newman, del National Institute on Drug Abuse in Baltimore, Maryland, informaron en la revista Neuropharmacology que dos de los bloqueadores D3R más nuevos del grupo, CAB2-015 y BAK4-5,4 demostraron ser muy estables y potentes, ya que cuando un grupo de ratas adictas a la oxicodona recibieron dosis de estas sustancias, redujeron drásticamente su consumo de drogas.
Newman dice que ella y sus colegas tienen compuestos aún más nuevos en estudio, que también parecen ser altamente efectivos en ratas, y que los ensayos con primates no humanos están en marcha. Aunque todavía es temprano para aventurar resultados, el bloqueo de los D3R por estos potenciales fármacos podría ser una estrategia muy eficaz y segura.
Todos estos fármacos en estudio despiertan la esperanza de que los médicos pronto puedan tener una nueva forma de tratar la adicción, tanto a las drogas, el alcohol, los alimentos y hasta el juego.
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