Los habitantes de los países más ricos viven saludables más años
Un estudio de más de 20 000 habitantes confirmó que las personas con mayores ingresos tienen vidas más largas y saludables, en comparación con otros estratos socioeconómicos de países menos desarrollados.
Los indicadores de salud son herramientas de vital importancia para estimar el progreso de una población. Para aportar datos más precisos, la ampliamente utilizada esperanza de vida al nacer debe complementarse con otros indicadores para formar un panorama más detallado.
En el caso de la expectativa de salud, estima el número de años de vida saludables y sin discapacidad. Además, tiene utilidad para controlar las tendencias temporales y las desigualdades de salud en la población porque combina datos sobre morbilidad, mortalidad y discapacidad. Además, se complementa con la esperanza de vida sin discapacidad.
Indicadores en EE. UU. y en Reino Unido
Aunque se sabe que existen importantes desigualdades entre condiciones socioeconómicas y de salud entre estos dos países, se desconocen sus diferencias en relación con la expectativa de salud.
Si bien la esperanza de vida ha aumentado en ambos países durante el siglo pasado, recientemente ha disminuido en EE. UU. y se ha estabilizado en el Reino Unido.
Mientras las diferencias de salud entre los adultos mayores estadounidenses e ingleses están bien documentadas, las comparaciones entre estos dos países en cuanto a la esperanza de vida saludable y libre de discapacidad a edades más avanzadas se desconocen.
El nivel socioeconómico sí importa
Un equipo de investigadores del University College London analizó las desigualdades socioeconómicas y su relación con la expectativa de salud y de esperanza de vida libre de discapacidad entre hombres y mujeres mayores de Inglaterra y de EE. UU. Estos hallazgos fueron recientemente publicados en The Journals of Gerontology.
El estudio analizó datos de 10 años, a partir de información obtenida de la base de datos del Gateway to Global Aging Data, que incluyó a 14 803 personas mayores de 50 años del Estudio de Salud y Jubilación de los EE. UU. (HRS) y a 10 754 del Estudio Longitudinal Inglés del Envejecimiento (ELSA).
En ambos países, los participantes se agruparon según la riqueza total de los hogares, y se midió la salud de esos grupos. La discapacidad se midió en términos del deterioro de actividades y de la realización de actividades de la vida diaria.
Los descubrimientos indican que esta brecha de riqueza es el mayor factor socioeconómico que afecta las expectativas de salud en ambos países.
Las personas de 50 años, pertenecientes a los grupos más pobres de ambos países, podrían esperar vivir de 7 a 9 años menos sin discapacidad, en comparación con los más ricos. Esto significa que una persona de 50 años del grupo más adinerado puede esperar vivir otros 31 años con buena salud, mientras que para alguien perteneciente a los estratos más pobres, la expectativa es vivir unos 22 a 23 años saludables.
En palabras de los investigadores: «Las desigualdades en la esperanza de vida saludable existen en ambos países y son de magnitud similar», por lo que sugieren que «los esfuerzos para reducir las desigualdades en la salud deberían apuntar a las personas de grupos socioeconómicos desfavorecidos».
«Sabemos que mejorar tanto la calidad como la cantidad de años que se espera que vivan las personas tiene implicaciones en el gasto público de salud, ingresos, atención a largo plazo de las personas mayores y participación laboral. Nuestros resultados sugieren que los encargados de formular políticas en Inglaterra y en Estados Unidos deben hacer mayores esfuerzos para reducir las desigualdades en salud», concluyen.
Diferencias por sexo
Además, este estudio encontró diferencias entre los sexos, ya que las mujeres de ambos países viven más tiempo sin discapacidad en comparación con los hombres.
A los 50 años, una mujer en los EE. UU. espera vivir sin discapacidad 34.7 años más, en comparación con los 28.6 años de los hombres. En Inglaterra, los varones de 50 años pueden esperar vivir un promedio de 31.3 años más, con 26.9 años sin discapacidad, mientras que las mujeres vivirán 34.8 años más con 28.5 años sin discapacidad.
Al llegar a los 80 años, esta ventaja femenina desaparece, pues la diferencia se nivela para ambos sexos.