El Covid afecta la salud reproductiva de las mujeres

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La disminución en el acceso a métodos anticonceptivos y el intento de restringir los abortos pueden incrementar el número de embarazos no deseados, abortos inseguros, tasa de mortalidad de mujeres y recién nacidos. La pandemia de COVID-19 afecta a la salud reproductiva de las mujeres, ya que no se la considera una atención esencial.

Además, a nivel social, la pandemia ha implicado graves consecuencias para las mujeres de todo el mundo, dado que los mayores riesgos que enfrentan son como resultado de sus roles tradicionales como cuidadoras. A esto se suma el aumento de la violencia doméstica, así como la falta de representatividad y poder de decisión en cuestiones de políticas sanitarias.

COVID-19 versus derechos de abortar

En los EE .UU., funcionarios de Texas, Ohio, Alabama y Oklahoma han tratado de prohibir la mayoría de los abortos. Se basan en que no son de urgencia, al no suponer un riesgo para la vida o la salud de la madre. Esta decisión pretende preservar instalaciones, recursos y camas hospitalarias necesarias durante la pandemia.

Si bien los jueces federales tratan de impedir estos intentos, en Texas terminaron prohibiendo los abortos. Sin embargo, una nueva orden, vigente desde el 22 de abril, permite la reanudación de los abortos, siempre que se mantengan camas libres para pacientes con COVID-19.

Texas no es el único estado donde los abortos estaban en peligro de recibir una prohibición porque no se los consideraba «atención médica esencial». En muchos estados continúan impugnando el derecho de una mujer a abortar. Los abortos ya están restringidos en Alaska, Arkansas y Mississippi.

Atenciones esenciales

En una entrevista realizada a la ginecóloga-obstetra Erin King de Missouri explica por qué los abortos son una atención médica esencial y no «electivos». «El aborto en general es médicamente necesario y las pacientes no pueden esperar. Su embarazo continúa creciendo independientemente de lo que sucede fuera de sus cuerpos».

Además, «hay pacientes con afecciones médicas que empeorarán si no acceden a la atención del aborto lo más rápido posible. Hay pacientes con fetos que tienen múltiples anomalías».

El Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, junto con otras instituciones, también consideran al aborto una práctica esencial. Aclaran que no puede ser postergados varios días o semanas porque se tornan irrealizables o de mucho riesgo para la vida de la mujer.

Tensión y salud mental femenina

Esta restricción en los abortos ha impactado negativamente en las mujeres. Muchas de ellas deben recorrer largas distancias para acceder a esta atención.

Además, existen estudios que sugieren que los embarazos no deseados, en general, están asociados con problemas de salud mental como depresión.

Este mayor deterioro en la salud mental también es resultado del cuidado de pacientes con COVID-19, debido a que el personal de atención médica es mayoritariamente femenino. Esto se suma al cuidado de los niños en situación de pandemia y a que la mayoría de los docentes son mujeres.

Restricción en la salud reproductiva 

Otro ejemplo de cómo la pandemia de COVID-19 afecta a la salud reproductiva de las mujeres, es la dificultad en la obtención de anticonceptivos. Esto se debe a la restricción de atención en los centros de salud que los proporcionan.

Según un informe de la ONU, en sectores más vulnerales de América Latina y el Caribe, «18 millones de mujeres perderán el acceso regular a anticonceptivos modernos. Los servicios de salud sexual y reproductiva […] son ​​fundamentales para la salud, los derechos y el bienestar de las mujeres y las niñas. El desvío de la atención y los recursos críticos lejos de estas disposiciones pueden resultar en una mortalidad y morbilidad materna exacerbada, además de mayores tasas de embarazos adolescentes, VIH y enfermedades de transmisión sexual».

En los EE. UU., el acceso a los anticonceptivos antes de esta pandemia ya era difícil para unos casi 20 millones de mujeres que viven en áreas que no tienen una clínica con opciones anticonceptivas. Además, aquellas mujeres que ya tienen dispositivos intrauterinos pueden no encontrar quien se los cambie o controle.

Ante esto, existe la posibilidad de que aumenten los embarazos no deseados, debido a que un mayor número de mujeres permanecen en casa con sus parejas durante esta época de aislamiento social. Esto se asocia con un incremento en los requerimientos de anticonceptivos de emergencia, que no son sostenibles en el tiempo.

También se han visto afectadas aquellas mujeres que buscan quedar embarazadas. Sus principales preocupaciones son en cuanto al acceso a la atención prenatal y a la interrupción del funcionamiento de las clínicas de fertilidad. Otras personas también han manifestado razones financieras para retrasar los planes de tener hijos, según datos aportados por una encuesta de casi 2000 personas.

Necesidades insatisfechas y consecuencias

Sobre los peligros de desviar recursos de la atención médica de las mujeres, un informe en The Lancet advierte sobre cómo la pandemia de COVID-19 afecta a la salud reproductiva de las mujeres, al establecer paralelismos con los brotes de Ébola y Zika. «Por ejemplo [durante la epidemia de ébola en Sierra Leona], los recursos para la salud reproductiva y sexual se desviaron a la respuesta de emergencia, lo que contribuyó a un aumento de la mortalidad materna en una región con una de las tasas más altas del mundo».

Un resultado similar podría ocurrir como resultado de COVID-19. Según un informe del Instituto Guttmacher, se prevén consecuencias «catastróficas» al desestimar la atención sobre las necesidades sexuales y reproductivas durante estos tiempos.

Partiendo del supuesto de que los servicios esenciales como entrega de anticonceptivos, atención gineco-obstétrica, neonatológica y pediátrica se redujeran en un 10 %, el informe predice un incremento considerable en las muertes maternas y de neonatos en los países de ingresos bajos y medianos.

Una restricción en la atención médica en países ricos como Estados Unidos también podría conducir a resultados de magnitudes similares. 

Poder político en salud

Para satisfacer las necesidades de las mujeres se requiere contar con mayor poder de decisión en la atención médica.

En cuanto a la respuesta ante este nuevo virus, se evidencia una tendencia a repetir errores de pasadas pandemias: la falta de representación femenina en el grupo de trabajo COVID-19, la falta de disponibilidad de datos por sexo sobre el impacto del SARS-CoV-2 y los intentos de restar autonomía a las mujeres sobre su propia salud reproductiva.

Se necesita una representación de género más equilibrada y mayor poder de toma de decisiones de las mujeres en las instituciones que dictaminan políticas sanitarias. Esto lograría satisfacer las necesidades en cuanto a salud sexual y reproductiva, disminuyendo las consecuencias potencialmente desastrosas, como el aumento de la tasas de morbilidad y de mortalidad de recién nacidos.

En palabras de expertos del Instituto Guttmacher , «los brotes son inevitables, pero las pérdidas catastróficas para la salud sexual y reproductiva no lo son».

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